lunes, 22 de enero de 2018

La undécima hora (Back to Kruger, y VII)

 Cae la tarde un día más y el panorama desde Mathekanyane comienza a teñirse de rojizo. Como estamos en el Parque en calidad de investigadores, tenemos un permiso que (sin forzar) nos permite circular por el Kruger hasta algo después de que los turistas deban recogerse, de modo que podemos apurar un poco más el momento de volver al coche.

Las tórtolas del Cabo y los estorninos orejiazules Lamprotornis chalybaeus, acostumbrados al trajín de gente a lo largo de toda la jornada, y a las migas que siempre dejan caer, se nos acercan esperanzados y con muy poca vergüenza...

 ... pero no son estorninos lo que yo espero ver y fotografiar al caer la noche, sino todo ese otro cortejo de seres que le toman el relevo a los diurnos, y que mantienen el Parque en estado de permanente actividad las 24 horas del día. Llegados ya de vuelta al campamento, escuchamos en los árboles los gritos espectrales de los gálagos de cola ancha y salen a recibirnos las salamanquesas caseras Hemidactylus mabouia, sabedoras de que a la luz de las bombillas que encendamos acudirá un flujo constante de insectos: su desayuno.

 Aunque cierto es que, entre los muchos bichos que venían atraídos por las luces, alguno había más grande que las salamanquesas y que bien se las podrían haber comido... los escarabajos longicornios de la foto no, que se alimentan de savia, pero las mandíbulas que se gastan para perforar la madera son también muy útiles para perforar la piel orensana...

Un, creo, porque hay muchos sapos en Sudáfrica y no los controlo aún, sapo de dorso plano Sclerophrys maculata. El primer día se animaron un par de sapos a unirse al buffet vespertino, pero ya no los vi más. Me dio pena, pues echo mucho en falta en Sudáfrica ver más anfibios, y aunque de noche se oían multitud de "cantos", y seguramente muchos fuesen de ranas, sin confirmar se quedaron.

 Todas salvo esta rana espumadora gris Chiromantis xerampelina, a la que pillé antes de que saltase a una piscina; por suerte la más sencilla de identificar de las ranas arborícolas sudafricanas, pues es la única con pupila horizontal. Lo de "espumadora" le viene por los desaguisados que montan machos y hembras al reproducirse: reunidos en una rama sobre el agua empiezan a segregar mucus, y a base de batirlo constantemente con las patas terminan montándolo a punto de nieve, y es en ese nido de espuma donde ponen los huevos. Al eclosionar los renacuajos "gotean" directamente al agua de abajo, donde siguen desarrollándose.

Y cierro ya, con esta entrada y esta foto de mis compañeros de trabajo de campo, la crónica del segundo muestreo que hicimos en el Kruger. Si Tumelo, Elise y Mariska lo pasaron entre los tres la mitad de bien que yo... lo habrán pasado muy bien.

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