martes, 30 de enero de 2018

De culo fino

Más allá de los cambios debidos al devenir de las estaciones, que nos traen y que se llevan las especies estivales e invernantes (lo que aquí, y todavía no me acostumbro, viene a ser lo mismo), me resulta curioso ver cómo otras especies, siendo según la guía "sedentarias" aparecen por el campus y desaparecen un poco aleatoriamente, aunque supongo que sus motivos tendrán. Dos de ellas os parecerá que no tienen mucho en común, pero cuando me las cruzo al salir a correr siempre me llaman la atención por lo largo y fino de la cola.

Colius colius y Urocolius indicus. Wikifotos
 Una, o mejor dicho dos, son las aves-ratón, la dorsiblanca y la carirroja. La primera me la cruzaba de vez en cuando, y ahora con mucha más frecuencia; y de la segunda durante mucho tiempo solo sabía que las había por haber visto una atropellada, pero estos días también se hacen notar, Las aves-ratón son un orden endémico de África de aves vegetarianas, muy muy sociables y absurdamente despatarradas, como si les saliesen hacia los lados del cuerpo en vez de hacia abajo, que suelen colgarse de las ramas con el vientre al sol para hacer mejor la digestión y que se mueven entre los árboles gritándose unas a otras y arrastrando detrás una cola larga que en vuelo parece ridículamente estrecha. En resumen, unos bichos muy entretenidos de mirar.

Cypsiurus parvus. Foto de aquí
Y la otra es el vencejo palmero africano Cypsiurus parvus, que tiene toda la pinta de ser un vencejo normal y corriente, excepto de nuevo por la cola larga y tremendamente estrecha. Lo de "palmero" le viene no porque sea aficionado al flamenco, sino más bien a construir sus nidos (bueno... amasijos de plumas y saliva) en el envés de las frondes de las palmeras, protegidos así de la lluvia.

Y esto os cuento, de estos bichos os hablo; con ganas de campo del de verdad, claro, que ya me pueden las ganas de tacharme algo nuevo. A ver este finde...

sábado, 27 de enero de 2018

Lc XV, 16

 Caminando junto a Duygu por el campus, pasamos junto a un algarrobo... "¿En España también coméis esto?" "Bueno... las personas no" "¡Ohh...! (se llevó las manos a la cara, con gesto de desazón), ¿así que se lo dais a los animales..?"

Y después en la residencia, apareció con esto para Joaquín y para mí. Yo de España me vine con queso y embutidos, y ella de Turquía con un surtido de frutos secos de lo más variado, incluyendo algarrobas.

Alguna vez en el campo me había picado la curiosidad de saber a qué sabrían, y hoy por fin pude quitarme esa espina. Veredicto: es como masticar paja dulce y con un ligero olor a heces... Ángel lleva meses prolongando en su blog el relato (muy entretenido e instructivo, por lo demás) de su visita veraniega a Tierra Santa, y habló un día de la admiración que le producía, estando en el desierto, pensar en San Juan Bautista; pues la misma compasión que sentí hoy por el hijo pródigo... Está claro que hay delicias y delicias turcas.

viernes, 26 de enero de 2018

Figuritas

 ¡Buenas! Os tengo algo abandonados, ya; no es tanto la falta de tiempo como la falta de cosas relevantes que contar. Es que me está tocando ahora ponerme al día con varios artículos (tres, en concreto) de los que recibimos comentarios de revisores justo antes de Navidad, que no toqué durante las vacaciones, y cuyos plazos para entregar las revisiones se acercan ahora a marchas forzadas...

Bichos que van a beber. Las siluetas son de Wikipedia. Quedan aparentes, ¿no?
Pero que sean "tres artículos" no quiere decir que esté trabajando en tres Nature ni mucho menos... de hecho me están llevando bastante tiempo porque son cosas de estudiantes muy básicas, hechas con datos muy básicos y que van a revistas muy modestitas, y encima en las que hay que meter muchas horas de trabajo, porque hay mucha cosa que pulir... y si encima de lo que hay que hacer me da por entretenerme haciendo pijaditas con las figuras pues ya para qué quieres más: echas horas y más horas en cosas que cada vez te motivan menos, te distraes más, aprovechas peor el tiempo y tienes que echar aún más horas, y...... un cuadro, más que una figura.

lunes, 22 de enero de 2018

La undécima hora (Back to Kruger, y VII)

 Cae la tarde un día más y el panorama desde Mathekanyane comienza a teñirse de rojizo. Como estamos en el Parque en calidad de investigadores, tenemos un permiso que (sin forzar) nos permite circular por el Kruger hasta algo después de que los turistas deban recogerse, de modo que podemos apurar un poco más el momento de volver al coche.

Las tórtolas del Cabo y los estorninos orejiazules Lamprotornis chalybaeus, acostumbrados al trajín de gente a lo largo de toda la jornada, y a las migas que siempre dejan caer, se nos acercan esperanzados y con muy poca vergüenza...

 ... pero no son estorninos lo que yo espero ver y fotografiar al caer la noche, sino todo ese otro cortejo de seres que le toman el relevo a los diurnos, y que mantienen el Parque en estado de permanente actividad las 24 horas del día. Llegados ya de vuelta al campamento, escuchamos en los árboles los gritos espectrales de los gálagos de cola ancha y salen a recibirnos las salamanquesas caseras Hemidactylus mabouia, sabedoras de que a la luz de las bombillas que encendamos acudirá un flujo constante de insectos: su desayuno.

 Aunque cierto es que, entre los muchos bichos que venían atraídos por las luces, alguno había más grande que las salamanquesas y que bien se las podrían haber comido... los escarabajos longicornios de la foto no, que se alimentan de savia, pero las mandíbulas que se gastan para perforar la madera son también muy útiles para perforar la piel orensana...

Un, creo, porque hay muchos sapos en Sudáfrica y no los controlo aún, sapo de dorso plano Sclerophrys maculata. El primer día se animaron un par de sapos a unirse al buffet vespertino, pero ya no los vi más. Me dio pena, pues echo mucho en falta en Sudáfrica ver más anfibios, y aunque de noche se oían multitud de "cantos", y seguramente muchos fuesen de ranas, sin confirmar se quedaron.

 Todas salvo esta rana espumadora gris Chiromantis xerampelina, a la que pillé antes de que saltase a una piscina; por suerte la más sencilla de identificar de las ranas arborícolas sudafricanas, pues es la única con pupila horizontal. Lo de "espumadora" le viene por los desaguisados que montan machos y hembras al reproducirse: reunidos en una rama sobre el agua empiezan a segregar mucus, y a base de batirlo constantemente con las patas terminan montándolo a punto de nieve, y es en ese nido de espuma donde ponen los huevos. Al eclosionar los renacuajos "gotean" directamente al agua de abajo, donde siguen desarrollándose.

Y cierro ya, con esta entrada y esta foto de mis compañeros de trabajo de campo, la crónica del segundo muestreo que hicimos en el Kruger. Si Tumelo, Elise y Mariska lo pasaron entre los tres la mitad de bien que yo... lo habrán pasado muy bien.

sábado, 20 de enero de 2018

¡Qué felicidad, venir el sábado a la facultad!

Pero claro: nos pasamos la Navidad "de perico por ahí" como dice mi madre, enfermos y de viajecitos; y ahora se acumulan las fechas límite de artículos que reenviar y becas que pedir, y algo habrá que hacer...

viernes, 19 de enero de 2018

Revoltijo de escamas (Back to Kruger, VI)

 "¡Adiós, que me voy!" No es que esta tortuga de Speke Kinixys spekii que vimos nada más entrar al Parque se alejase muy deprisa de nosotros, pero la imposibilidad de bajar del coche hizo que tengáis ahora que contentaros con verla de espaldas. En el Kruger en julio vi por vez primera una tortuga terrestre en Sudáfrica, el país con más especies del mundo. Era una tortuga leopardo, y desde entonces la habéis visto asomar la cabeza fuera del caparazón por aquí más de una vez; pero todavía ha sido esta de Speke la segunda especie que veo. Las Kinixys se conocen con el nombre genérico en inglés de "tortugas bisagra". Como no se aprecia apenas en la foto mirad esta otra: el último tercio del caparazón, justo por delante de las patas traseras, tiene una zona de flexión, que permite a la tortuga, tras retraerse, cerrar la abertura trasera, para mayor seguridad.

 Pero vamos con los escincos, que como ya os contaba en julio, son los lagartos más abundantes del Parque. Repito en esta las tres especies de aquella entrada, me temo, pero es que son bichos muy bonitos; ved si no este Trachylepis varia, qué elegante, con esas estrías y puntitos blancos.

 Pude esta vez al menos sacar fotos de los T. margaritifer, los lagartos que todo el mundo que visita el Parque recuerda, por lo llamativo de su diseño a bandas negras y crema y la cola azul celeste.

 Pero ya sabéis que ese es solo el diseño de los juveniles y las hembras: los machos adultos como este, como veis, no se les parecen en nada.

 En algunos campamentos del Kruger los T. margaritifer se pasean entre las mesas de las cafeterías, a la espera de que les caiga algo, pero los que fotografié arriba, en el recinto de los rinocerontes donde íbamos a anillar, eran de lo más tímido. No así el T. striata de esta foto, mi vecino de bungalow, que salía sonriendo a mirarme cada vez que me sentaba fuera a comer o a tomar el aire.

 Y un día lo sorprendí haciendo lo propio: escuché un rebullir entre la hojarasca y apareció mi colega con este saltamontes en la boca, al que su aspecto de palo no lo camufló lo suficiente. le llevó un buen rato de sacudidas rematarlo y tragárselo, pero al final se fue el saltamontes gaznate abajo: a la vista de la panza que se gasta, mi amigo el escinco parece tener buenas tragaderas...

 Otro lagarto muy recordado por los visitantes que lo ven suele ser este: el agama de cabeza azul Acanthocercus atricollis, un lagarto arborícola que, como casi todos los agamas, se alimenta sobre todo de hormigas y termitas. Y digo que es un animal muy recordado porque, aunque el macho de la foto no había desarrollado aún su coloración de cortejo (¿o ya se le habría pasado?), en el momento álgido son bichos espectaculares, y de nombre por lo demás bien merecido.

Una hembra, menos llamativa, pero nada fea ni mucho menos. Y que además me dejó acercarme mucho, para que le hiciese mil fotos de carnet que tampoco os voy a poner aquí. Bueno, tal vez en otra entrada...

miércoles, 17 de enero de 2018

A la vera del agua (Back to Kruger, V)

 Lake Panic: en la otra foto que os puse en su día del mismo apenas sí se veía nada. Es un sitio con fama de ser muy bueno para las aves acuáticas dentro del Parque, pero como nosotros nos acercamos siempre ya al caer el sol,pues eso que me pierdo. Aunque un día en que llegamos algo antes sí pude ver (que no fotografiar) algunas especies nuevas a las que tenía muchas ganas, como la jacana africana, una limícola que, más que por el limo, camina sobre las hojas de los nenúfares; o el martín pescador pío, de gran tamaño y que suele cernirse en el aire para pescar.

 Al tenerlas más cerca, sí pude sacar algunas fotos decentes a las libélulas, como estas Brachythemis leucosticta, macho y hembra. Las Brachythemis en inglés se conocen genéricamente como "groundlings", "terrestrícolas", en alusión a que suelen posarse sobre el suelo en vez de sobre la vegetación. Las libélulas nos ayudaban en lo que podían a mantener los mosquitos a raya...

 ... y a su vez servían de cena a este alcaudón chico Lanius minor (joven; los adultos tienen la frente negra) que por allí andaba también. Me hizo mucha ilusión ver este bicho, que viene aquí a Sudáfrica a pasar el invierno/verano, pues ya en su día os relaté cómo fue la única vez que lo había visto, en la última localidad española de esta especie que, aunque aún es relativamente abundante en Europa del este, está prácticamente extinta en nuestro país.

 Más agua: el río Sabi, principal curso de agua del sur del Parque, que discurre junto a una amplia veranda del campamento de Skukuza. A pesar de que fuimos al inicio de la estación de lluvias, y aunque como os dije el parque se veía muy verde y lozano, lo cierto es que apenas sí había empezado a llover, y el río no llevaba mucha más agua que cuando vinimos en julio.

 Desde esa veranda que os comento hay gente que ha visto leones derribar a sus presas a escasos metros de la mesa del restaurante donde están sentados, cerveza en mano. No tuve yo tanta puntería, pero sí la fortuna de apareciese en ese momento un gran grupo mixto de estrildas comunes (o picos de coral Estrilda astrild) y preciosos capuchinos bicolores Spermestes bicolor (aunque los sudafricanos sean "tricolores", no como los de más al norte), nuevos para mí. Estríldidos los dos: potenciales huéspedes de los polluelos de la viuda que os enseñé ayer.

 Una tortuga Pelusios sinuatus a la que descubrimos tomando el sol y fotografiamos directamente desde el coche; como veis, muy alterada ante nuestra presencia no se la ve... Esta tortuga pertenece al grupo de los Pleurodira, que agrupa varias familias de galápagos tropicales que, en vez de retraer la cabeza en el caparazón entre las patas delanteras como hacen la gran mayoría de las tortugas (los Cryptodira), lo que hacen es doblar el cuello de lado sobre la pata derecha.

 Y bueno, la tortuga era bonita, pero este bicho era espectacular: metro y pico de varano del Nilo Varanus niloticus del que también pudimos disfrutar largo y tendido desde dentro del coche.

El bicho, además de impresionante, era espabilado: estaba destripando las boñigas de elefante para alimentarse de los escarabajos peloteros que se creían muy invisibles y seguros allí metidos. Fue sin duda el lagarto más grande  de los que vimos a lo largo de la semana de muestreo (bueno, y el más grande que haya visto yo alguna vez), pero en absoluto el único. Ya en la siguiente entrada nos ocuparemos largo y tendido de las escamas...

martes, 16 de enero de 2018

Junto a la mesa de trabajo (Back to Kruger, IV)

Un milpiés pigmeo...
 Os he estado diciendo en las entradas anteriores que "si no vimos muchos bichos durante el muestreo, fue porque estuvimos mucho tiempo anillando", pero bueno, eso no quita para que, en el proceso, sí que se dejasen ver muchos bichos curiosos, tanto los que cayeron en las redes como los que sin más se dejaron caer por allí...

 Una red que colocamos "por entretenernos": para coger más tipos de aves de los que cayesen en las redes que pusimos para los picabueyes y que no os puedo enseñar porque de los cercados de los rinocerontes no podíamos hacer fotos. De todas maneras, el trabajo fue mucho más entretenido y fructífero que en julio: de aquellas habíamos cogido solo ocho o nueve picabueyes y decenas y decenas de tórtolas, que nos dieron mucho trabajo. En esta ocasión cogimos menos aves, las suficientes como para estar entretenidos, pero muchos más picabueyes, más de veinte; y las otras especies, de lo más variado.

 De todas maneras las fotografías de aves en mano siempre son así más tristes, por lo que os pongo unos cuantos retratos "del natural", de unas pocas de las especies que nos hacían compañía a lo largo de la mañana. Los abejarucos frentiblancos Merops bullockoides, algo más pequeños y menos coloridos que los europeos, pero igualmente muy bonitos, son sedentarios y los vimos ya en julio...

 ... al contrario que los abejarucos carmesíes sureños Merops nubicoides, que pasan el invierno algo más al norte y acababan de llegar al Kruger a la par que nosotros. No hace falta que os comente qué espectaculares son estos bichos, con la mezcla de turquesa y carmín  esas colas infinitas.

 Pero que un pájaro no sea llamativo no quiere decir que no sea también bonito o curioso, al menos de nombre: el nombre científico del bulbul de Zanzíbar, Andropadus importunus, significa "que sigue al hombre y lo molesta", y hace referencia a que estas aves, como los arrendajos en Europa, tienen la costumbre de delatar la presencia de los depredadores (o de los cazadores que igualmente intentan acechar algún antílope) reclamando insistentemente junto a ellos. Este que teníamos al lado se contentó con comer bayas en un arbusto, haciendo caso omiso de nosotros.

 Un toco piquigualdo sureño Tockus leucomelas, el cálao que más estoy viendo por Sudáfrica adelante. Este de la foto se dedicaba a, en precario equilibrio, ir sacando araña tras araña de entre los resquicios de la verja metálica en que lo veis.... no sé yo si le compensaría el esfuerzo; ya podrían ser sabrosas.

Y cierro ya esta entrada con un ave que ya hace meses os dije que tenía muchas ganas de ver, por lo que podéis imaginar que me hizo especial ilusión verla en directo: efectivamente, la viuda colicinta Vidua macroura resultó ser tan espectacular como me la esperaba, diminuta y de cola absurdamente larga. incluso la hembra que aparece en segundo plano me hizo gracia. Allí estaban alimentándose los dos, entre las briznas de heno de los rinocerontes, buscando semilla de una forma muy curiosa: dando pequeños saltitos acompañados de "coces" hacia atrás con ambas patas, para remover el terreno. Un encanto de bicho...

lunes, 15 de enero de 2018

Alas sobre el Parque (Back to Kruger, III)

 ¿No pretenderíais que dedicase muchas más entradas sobre el Kruger a los mamíferos, no? Que, a fin de cuentas, dan para lo que dan... pero os tengo una sorpresilla guardada. Al Kruger subimos en coche los tres estudiantes y yo, y mi jefe llegó al día siguiente en avión, pues tenía asuntos que resolver en Bloemfontein el día de nuestro viaje. Total, que fuimos a esperarlo al minúsculo aeropuerto de Skukuza, donde desembarcan desde Johanesburgo directamente dentro del parque los turistas con más posibles. Es una estructura de techos altos de paja y abierta, prácticamente sin paredes, y en lo más alto de algunas alas del aeropuerto, me llamaron la atención unas cosas que colgaban de techo...

 ... y que resultaron ser, para mi tremenda alegría, pequeños grupos de zorros voladores de Wahlberg Epomophorus wahlbergi, la más común en Sudáfrica de las múltiples especies de zorro volador de charretera, así llamados por dos penachos blancos que tienen los machos en los hombros (distintos de esos pequeños puntos blancos de la base de las orejas tan llamativos). Los murciélagos se dividen en dos grandes ramas: los microquirópteros (pequeños, insectívoros, que se mueven usando ecolocalización), los propios de las regiones templadas, y los macroquirópteros, o zorros voladores, de cabeza perruna, que se alimentan de fruta y viven en zonas tropicales. Y aunque el de Wahlberg, del tamaño de un mirlo, no es que sea muy macro, sí es el primero que veo de este grupo.

 Pero vamos ya con los pajarillos, que sé que los echabais de menos: empezando por una eremomela cuellirufa Eremomela usticollis; nunca me cansaré de daros las gracias por lo mucho que, con la cámara de fotos, me habéis ayudado a identificar todo este montón de LBJ que tenemos en Sudáfrica.... si ahora os mortifica ver tantas fotos insulsas en el blog, la culpa es vuestra. Este pariente de los buitrones era solo una de las muchas especies cuyas voces amenizaban la estancia en el campamento, y cuyos cantos para mi desgracia olvido a los diez minutos de haber dejado atrás el Kruger...

 ¿Y esa bola blanca, qué es? Pues un macho de cubla dorsinegra Dryoscopus cubla exhibiéndose ante la hembra de la rama de arriba. "Dorsinegro" lo es cuando está relajado, pero durante el cortejo vuelve del revés todas las plumas y se convierte en una esfera de plumón níveo... la transformación vista en directo es bastante espectacular.

 Un toco coronado Lophoceros alboterminatus, un cálao que se mueve por zonas de arbolado más cerrado que los otros tocos del Parque y cuya vocecilla, que me suena ridículamente aguda para lo grande que es el bicho, nos acompañaba con frecuencia durante las sesiones de anillamiento.

 Un vinago africano oriental Treron delalandii: una paloma frugívora, como los zorros voladores, que posada en un cable no pasa nada desapercibida, pero cuyos tonos verdes la hacen desaparecer una vez se mete entre el follaje.

 Esta bonita cosifa de Heuglin Cossypha heuglini se paseaba por el césped del campamento a escasos metros de la mesa donde estaba yo comiendo muy mosqueada, pues escuchaba igual que yo retumbar a apenas unos metros el canto de su archienemigo el cuco solitario, que suele parasitar varias especies de cosifa. Algo mas tarde, de hecho, se armó algo de barullo entre la maleza, cuando una pareja de cosifas se empezó a dar de leches con un cuco que, supongo, hizo el intento de acercarse a su nido...

 Otro cantante: un sisón moñudo austral Lophotis ruficrista al que sorprendimos en plena serenata, lo que me permitió descubrir de dónde le venía lo de "ruficrista" pues ese penacho de la nuca no se les nota en absoluto cuando están relajados.

Y termino ya con la que os dije hace poco que era mi nueva ave sudafricana favorita: la golondrina abisinia Cecropis abyssinica, pariente de nuestras golondrinas dáuricas y constructora como ella  y las demás del género, de nidos en forma de botella. Allí estaban estas dos, asentadas en el techo de los baños de un picnic y ajenas a la procesión de carnes apuradas de todos los colores que pasaban por debajo mirando con recelo mi cámara de fotos. Como si no tuviese yo mejores cosas que retratar...

domingo, 14 de enero de 2018

Verde primaveral (Back to Kruger, II)

El campamento: nuestros bungalows y nuestros dos coches
Han pasado ya dos meses desde que volví del segundo muestreo en el Kruger, y desde que empecé la que sería la primera entrada de esta nueva serie, ¡anda que no me he liado con otras cosas entremedias!

 Como os decía en aquella entrada, como estuvimos casi todo el tiempo anillando, pues apenas nos movimos por el Parque, de modo que la cantidad de bichos observados fue mucho menor que en julio. Por eso y porque, siendo ya primavera, la vegetación recupera sus hojas y se vuelve mucho más densa, y a nada que los bichos estén algo separados de la carretera pues resulta imposible verlos.

 Llamaba la atención,la verdad, la (solo en apariencia) baja densidad de bichos. Y de gente también, lejos de las aglutinaciones del invierno/vuestro verano, en que todo el hemisferio norte viene aquí de vacaciones; esa tranquilidad en las carreteras y en los sitios de picnic, sí era muy de agradecer. Y verlo todo tan verde, tras el agostamiento invernal (recordad que aquí la estación de lluvias es el verano).

 En la hierba verde de un campamento triscaba esta abubilla Upupa (epops) africana; pero no os preocupéis que no voy a empezar a torturaros con pájaros ya desde el principio. La pongo, antes de que se me olvide, para que la comparéis con la que os puse a primeros de mes fotografiada en Madrid, para que veáis que el color de las abubillas africanas es mucho más saturado que el de las europeas.

 Pero ea, ya os pongo algo de pelo, para que no desesperéis: empiezo con un(a) kudu Tragelaphus strepsiceros, el antílope grande mas común del Kruger, que no solo forma parte del menú de los grandes depredadores locales, sino también del de muchos de los restaurantes, igual que la carne de ciervo empieza a abundar en las cartas cuanto más se desplaza uno hacia el sur de España...

 Pero me pareció que, más que una foto del menú, os gustaría ver una foto del comensal: en realidad este leopardo Panthera pardus fue el único depredador que vimos en toda la semana (junto con un par de hienas manchadas), pero vaya, no me quejo: mucho más vistoso que los aburridos leones. Además que en ese momento íbamos en el coche solo Elise y yo, y a la chica le hizo una ilusión enorme verlo: es de familia afrikáner típica, de las que adoran la naturaleza y visitan con frecuencia este y otras muchas de las reservas del país; pero nunca habían tenido la suerte de cruzarse en directo con este bicho.

 Más pienso para leones: un par de cebras comunes Equus quagga, que siempre lucen mucho...

 ... y un par de rinocerontes blancos Ceratotherium simum, que salían de entre los arbustos a pastar un día en que la caída del sol nos pilló aún dando vueltas con el coche, acelerando para llegar antes de que nos cerrasen las puertas. Los rinocerontes no tienen mucho que temer de los leones, la verdad, pero sí de los humanos: acaba de aparecer un estudio sobre el estado de conservación de las dos especies de rinoceronte africano en Sudáfrica que, entre otras cosas, muestra cómo entro del Parque el nivel de furtivismo iguala al de nacimientos, por lo que el crecimiento poblacional se mantiene estancado.

Y cierro ya esta entrada con el "regalo" que, en el trascurso del mismo recorrido, me hizo Elise por haber descubierto yo el leopardo: fue ella la que me señaló esta maravilla, el antílope africano que me parece más bonito y más ganas tenía de ver: un tremendo antílope sable Hippotragus niger. Otro animal que hace que los leones se lo piensen dos veces antes de atacar, pues aparentemente es de los antílopes más echados p'alante y que mejor saben usar sus cuernos como cimitarras, no solo en ataques frontales, sino también para ensartar al que lo ataque desde atrás, dando un cabezazo contra el lomo. Pero es en todo caso otro bicho que anda de capa caída, no por el furtivismo esta vez, sino porque aparentemente el hábitat del Parque se ha vuelto peor para ellos tras varias décadas de sequías recurrentes. Tanto más motivo para alegrarme de haberlo visto, vaya... aunque no tenga plumas.