viernes, 11 de agosto de 2017

De picnic (PNK, IX)

A mayores de los campamentos donde los turistas pueden dormir, a lo largo y ancho del Parque hay zonas de picnic, con bares, baños y mesas, consideradas "seguras", donde se permite bajar del coche. En realidad, y salvo los campamentos, que sí cuentan con verjas electrificadas alrededor (aunque más sobre eso dentro de algunas entradas), el resto de zonas seguras del Kruger lo son más por fuerza de la costumbre que porque los animales no puedan realmente acceder a ellas: es decir, porque suelen estar llenas de gente ruidosa y los animales mayores tienden a evitarlas; pero no hay vallas ni nada parecido, y de vez en cuando algún turista se lleva la sorpresa de su vida...

En realidad las zonas de picnic están siempre llenas de animales: en concreto, de las aves y monos que acuden al reclamo de la comida fácil. Y cuando en el trascurso de nuestras correrías naturalísticas nos deteníamos a comer un bocadillo de salchichas de kudu (sí), yo aprovechaba para sacar unas cuantas fotos. Probablemente las aves más abundantes y conspicuas en los picnics de todo el Parque sean estos: los estorninos orejiazules Lamprotornis chalybaeus, unas aves carácter tan audaz como su el colorido de su plumaje metalizado, que se veían bastante en las pajarerías españolas hasta que la UE prohibió en Europa el comercio de aves salvajes, durante el primer brote de "gripe a(viaria)" (ha habido bastantes más, ¿lo sabíais? Pero pasada la novedad y alarmismo del primero, cuando todos íbamos a morir y el gobierno se dejó millones de euros en vacunas que luego caducaron, la prensa perdió el interés...).

Más estorninos. Estos bichos son bastante inteligentes y enseguida aprenden dónde hay comida fácil, de modo que muchas especies viven sin problemas cerca del hombre. En Bloemfontein llevo vistas ya cinco especies (dos de ellas introducidas), incluyendo este de la foto: un estornino alirrojo Onychognathus morio, grande y colilargo, casi como una urraca, pero con naranja en las alas en vez de blanco.

El de arriba era un macho, y mirándolo desde el alero de un cobertizo estaba esta su señora, con la cabeza canosa en vez de negra.

Más bichos del picnic: un toco piquirrojo Tockus erythrorhynchus. Las cuatro especies de tocos del Parque fueron mis primeros cálaos silvestres. Es lo bueno de cambiar de continente: que uno tiene la oportunidad de no solo tacharse especies nuevas, sino también familias o incluso órdenes.
Y en el mismo lugar, otro bicho con el que estrenaba familia, la de los turacos: un turaco unicolor Corythaixoides concolor. Aunque tardé algunos días en verlos, desde el primer día en el Parque fui consciente de que estos bichos andaban cerca por sus voces, bastante características, que les valen el nombre inglés de go-away bird. Aunque a mí no me suenen mucho a 'go-away'...

Plantas también me estoy tachando unas cuantas... o bueno, digamos que "podría, si pudiese": evidentemente en esta esquina del mundo casi todas las plantas son nuevas para mí, pero me falta el conocimiento como para identificar las 20.000 especies del país. Podría centrarme en los árboles, que son solo mil y pico y debería ser más fácil... en fin. De momento me ha alegrado aprender que estos arbolitos con estos frutos de cuatro alas tan característicos, que se suelen usar pintados en los potpourris de flores secas, son del género Combretum, de los que hay un puñado de especies en el Parque.

Y nada, lo que tienen las zonas "seguras": paseando por el picnic para ver los pajaretes y árboles de arriba, me di cuenta de pronto de que no había sido yo el primero en pisar por allí... las huellas de la arena, por tamaño y forma, tenían un cierto aspecto leonino... en fin.

Por desgracia o por suerte, no vi al dueño de las mismas, pero sí me encontré con otros dos depredadores que, confiados en su camuflaje, dormitaban plácidamente a la espera de la noche siguiente, sin que pareciese molestarles mucho el bullicio de los turistas: eran en concreto el búho más grande de África, un búho lechoso Bubo lacteus, de llamativos párpados rosados...

... y el más pequeño, un autillo africano Otus senegalensis. Vistos así de cerca la verdad es que los búhos son de las cosas más cucas que hay. A ver cuál es la próxima especie que me tacho...

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