sábado, 18 de febrero de 2017

La vieille ville espagnole

 El domingo pasado, un bonito día de febrero en que, pese a amanecer lloviznando, terminó por clarear y quedarse una temperatura de lo más agradable; nos fuimos los tres españoles a hacer turismo a Besanzón,a menos de una hora en tren: la antigua capital del Franco Condado (fusionado ahora con Borgoña) y durante muchos siglos Ciudad Imperial Libre, una ciudad-estado independiente en la práctica.

Al ver imágenes de la ciudad vieja desde el aire llama enseguida la atención su emplazamiento, circundada prácticamente por completo por el Doubs, salvo por un pequeño itsmo que siempre ha estado bien defendido; desde finales del S. XVII por la Ciudadela de la que hablaré luego.

La ciudad nos gustó mucho (supongo que la compañía mutua también animaba y ayudaba): precisamente la barrera física que representa el río hacía que la ciudad vieja presentase un aspecto mucho más elegante y homogéneo, no como en Dijon, donde los (por lo general) horrorosos edificios modernos llegan hasta las mismas puertas de la zona turística.

 Una ciudad con su buena dosis de monumentos de todas las épocas, como la iglesia clasicista de Santa Mª Magdalena...

 ... o sus ruinas directamente clásicas, de cuando Besanzón era aún "Vesontio", capital galorromana de la tribu de los secuanos; ruinas como estas de un antiguo teatro, reconvertido luego en basílica paleocristiana...

 ... o como este arco triunfal bastante maltratado por el tiempo que, saltando de nuevo en el tiempo, deja entrever tras de él la catedral de San Juan...

 ... al que veis aquí, tan jovencito, con su águila (ahora que lo pienso le pegaría bastante ser patrón de los cetreros, más que a San Francisco de Borja). La catedral contiene un reloj astronómico famoso en el mundo entero: tan famoso tan famoso que nos enteramos in situ de que existía, y nos fuimos sin verlo.

 Un machito bien majo de mirlo, que seguro que da a los bisontinos los buenos días de manera mucho más fiable y amable que el viejo reloj.

 En cualquier caso, la ciudadela, encargada por Luis XIV a Vauban, renombrado ingeniero militar, es como decía antes el principal monumento de la villa. Y realmente echamos casi toda la jornada dentro de ella, no tanto porque fuese tremendamente grande... 

... como por lo mucho que contenía, que podéis intuir en este cartel de la entrada, y que desgranaré ya en la siguiente de este blog.

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