domingo, 10 de julio de 2016

Ragondins!

 Un canal poco profundo, en una villa florida de segunda categoría, pongamos que ayer por la mañana. Entre la vegetación del borde, algunos ánades azulones perezosos en plumaje de eclipse se estiraban al sol. Y mientras me pensaba si hacerles o no alguna foto, algo apareció flotando en el agua. Algo marrón, plano y "con textura", como un cojín medio hundido...

 ...o como un pato muerto, que es lo que me pareció de lejos. ¿El único problema? Que los patos muertos no nadan, y esta criatura estaba remontando la poca corriente del canal. Lo enfoqué con los prismáticos y lo reconocí enseguida, pero al mismo tiempo, por la ilusión que me hizo, casi ni me lo creía: ¡un ragondin!


 ¡Un coipú Myocastor coypus, vaya, por usar el nombre español -mapuche, más bien-! Yo sabía que había de estos bichos por Borgoña, pero encontrármelos era lo último que me esperaba ayer. Y menos en medio y medio del pueblo, y además en un canal (aunque tuviese poca corriente; éstos son bichos de aguas más bien estancadas). El bicho vio que le prestaba yo demasiada atención y, desconfiando un poco, giró en redondo y descendió canal abajo...


 ... pero casi al momento reapareció, acompañado de dos colegas; y tal vez confortados por el número se dedicaron a desayunar tranquilamente agarrando con las manos la vegetación de la orilla para masticarla luego a dos carrillos. El coipú (al que muchas veces en América llaman "nutria", y por apropiación también en lenguas tan dispares como el italiano o el polaco), es un gran roedor acuático propio de latitudes templadas del Cono Sur, que se caza por su carne y sobre todo por su piel. Y es por la piel por lo que se lo empezó a criar en granjas, como a los visones; granjas de las que escaparon o fueron liberados, originándose así poblaciones asilvestradas en buena parte de Centroeuropa (aunque de forma bastante aislada) y Norteamérica.

 ¿Veis los dientes, qué naranjas, como zanahorias? Una maravilla. La verdad es que me encantó verlos, con su pinta de pequeñas capibaras con cola. Se distinguen de los castores porque precisamente esa cola es cilíndrica, como la de una rata, y no deprimida como en éstos. Hay además en buena parte de Centroeuropa otra especie de roedor acuático introducido desde América para su uso en peletería: la rata almizclera, que también se da un aire a los coipús (y que también me gustaría ver antes de irme); pero ésta es bastante más pequeña, apenas el cuádruple que una rata normal...

Y es que los coipús ¡son bastante grandes! Unos seis kilos pesan los adultos. Os pongo esta última foto sin recortar para que veáis, viendo mi sombra, lo cerca que estaban y los buenos bicharracos que son.

Gracias a tacharme los coipús ya había cumplido ayer, pero eran apenas las nueve y pico y me quedaba aún mucho día por delante. No tan interesante, bien es verdad; pero para alguna entrada que otra más ya dará...

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