lunes, 20 de junio de 2016

Gallinas, gallos y viceversa

 Hablaros ayer de distinguir animales y de Bola de Dragón me trajo a la memoria otro recuerdo zoológico infantil (ligerísimamente) relacionado también con dibujos japoneses... En algunos momentos en verano de pequeño me dejaban aparcado en la aldea, en casa de mis abuelos, a mí solo; recuerdo especialmente un periodo bastante largo creo que a los ocho años... La verdad no es que lo disfrutase demasiado: con el miedo que tenía de perros y vacas no me atrevía a zascandilear por la calle yo solo, y en las horas centrales del día, mientras mis abuelos dormían la siesta, yo me aburría como una ostra. Podría deprimiros con relatos de horas interminables pasadas fastidiando a las hormigas, hundiendo cosas en el chapapote derretido de calor de la carretera para que fosilizasen, moliendo en el desván toda clase de cosas con un molinillo de café de manivela (desde alubias hasta pinzas de la ropa) o leyendo una y otra vez los dos únicos tebeos que había en la casa (un Mortadelo y otro sólo del Botones Sacarino)... pero no, voy a hablaros de gallinas. O mejor dicho, de pollos: en casa antes de que la reformásemos había dos gallineros, el "nuevo", donde pasaban las gallinas todo el año; y el "viejo", que sólo se empleaba en verano para engordar pollos para comer. Puestos a contar miserias, diré que de pequeño me daban también cierta cosa las gallinas, y no me atrevía a entrar solo en el gallinero a ver si había huevos por si decidían atacarme. Pero verlas desde fuera y darles de comer cuanto bicho encontraba por la huerta sí resultaba muy entretenido... pero bueno, que me desvío, y era de los pollos de lo que yo quería hablar. Ese verano eterno, fuese el de los ocho años o el que fuese, pasé muchas siestas mirando el grupo de pollos (por culpa de la mierda del Tour quitaban los documentales de la tele...), y comprobando en directo cómo funcionaba eso del orden de picoteo que yo ya conocía por mis libros de animales. Llegué a distinguir los pollos, y como eran cinco, en un alarde de originalidad y atendiendo a la jerarquía del grupo los bauticé con los nombres de los personajes de Doraemon, de forma que Xigante era el líder indiscutible, luego Suneo, Doraemon itself, aunque chico era Sisuca uno que solía librarse de los picotazos, y por fin Nobita, al que todos pegaban. Criaturas...

Y ya que saco el tema de los pollos... ¿os acordáis de cuando os hablé de los pañales para gallinas? Pues he encontrado un accesorio "gallinoflauta" aún mejor: el silenciagallos:

El modelo sencillo puede complementarse con una pajarita...
Viene a ser un collar como el de un perro, de velcro, ajustable, que se le coloca al gallo de marras en el cuello para que, al poder inflar menos los sacos de resonancia, el kikirikí suene mucho más atenuado; ideal para evitar problemas con los vecinos si tienes un gallo de ciudad... toma I+D+i.

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