lunes, 30 de mayo de 2016

Fläder

Un saúco a reventar de flores junto a mi casa: una de las estampas más típicas del final de la primavera en la Europa húmeda (y tan húmeda este año...), también en muchos de los jardines de Dijon. El saúco común es una planta relativamente venenosa en crudo, pero cuyas bayas, cocinadas, sí pueden emplearse en mermeladas y otras muchas recetas, de las que en España no hay mucha tradición, al contrario que al norte de los Pirineos. También las flores se usan, por ejemplo para fabricar, cocinándolas muy lentamente con mucho azúcar y jugo de limón, una especie de jarabe...

... llamado en sueco fläder, que se toma diluyéndolo en agua y que me alegró mucho ver en IKEA cuando fui este sábado a por algunas cosas para el piso, entre las que terminó por incluirse una botellita del susodicho. No pude evitarlo: en estos momentos postdoctorales serios en los que las historias de la tesis me quedan ya casi tan lejos como las del colegio, el fläder me trajo de repente muchos recuerdos de Lund, en especial de mi segundo año. Recuerdos de botellas de fläder casero en la nevera, que nos acompañaban al ir de excursión. Recuerdos que, gracias a los años, se imponen a los casi olvidados sinsabores del trabajo de laboratorio de aquella estancia de 2010. El paso del tiempo podrá ponerme melancólico, pero acaba mejorando las cosas...

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