viernes, 29 de abril de 2016

A la búsqueda del Abudefduf

De aquí
Muchas veces se usa "nombre latino" como sinónimo de "nombre científico"; algo que es incorrecto, ya que los nombres científicos pueden estar formados con palabras latinas, griegas, o palabras en otros idiomas latinizadas. Y esa latinización puede ser bastante sui géneris, como es el caso de los peces a los que me refiero hoy: Abudefduf, los peces sargento, cuyo género es una palabra compuesta árabe que significa "de costados llamativos". Y ciertamente lo son, con el cebrado y la mancha amarilla que muestran casi todas las especies, muy similares entre sí...
Os comenté hace ya años, mientras estaba haciendo un curso de genética de dos semanas en Barcelona, que dando un paseo por el puerto, mirando los peces desde arriba, me había parecido ver uno de estos bichos tropicales. De refilón, pero ciertamente son fáciles de reconocer... Ahí se quedó el recuerdo, en la memoria y en el blog, y hace nada me alegró descubrir, al leer un artículo, que seguramente estaba en lo cierto: la nota reseña una observación aparecida en la web de Observadores del Mar (una plataforma donde la gente puede registrar sus observaciones de biodiversidad marina) de uno de estos peces, fotografiado por un buzo en la costa de Tarragona; y menciona lo útiles que son estas iniciativas de ciencia ciudadana para detectar especies exóticas potencialmente invasoras en sus primeros estadios de colonización.
No me alegró pensar que hubiese una especie exótica más en el Mediterráneo, sino darme cuenta de que, si también se los veía en Tarragona, no debía de andar yo tan errado y loco aquel día en el puerto. Intentaré repetir observación este fin de semana, si se presta a ello: bajo hoy a Barcelona hasta el lunes*. Tengo que ir a Lyon al consulado a registrarme y terminar ¡por fin! tras dos meses y medio mi proceso de legalización en Francia. Y ya que estaré junto al aeropuerto... pues ¿por qué no seguir bajando, a la vista de que los billetes de avión entre ambas ciudades son de lo más barato? Ya os contaré a la vuelta si hubo suerte...

* Toda la entrada para deciros básicamente esto, sí.

jueves, 28 de abril de 2016

La venganza del escolar

Poca cosa tengo que contaros estos días de la facultad: os aburriría si me pusiese a describir lo frustrante que resulta ser incapaz de redactar tres líneas seguidas en el borrador del artículo antes de que se seque la fuente de ideas... os aburriría, y me aburro yo mismo a veces; y una cosa que me ha distraído mucho es leer la última entrada de ¡Jindetrés, sal!, llena de reflexiones sobre los "sagrados" protocolos de laboratorio. Me hizo gracia reconocerme entre los ultraortodoxos que no cambian una coma del texto heredado, y que se asustan cuando llega algún iconoclasta como Álex con ideas nuevas de cómo hacer cosas que "siempre se han hecho así", y preguntando qué cosas del laboratorio se tienen que hacer de una manera "por narices" o son simples costumbres que se han ido convirtiendo en ley... de todas maneras, es un texto que sólo os hará gracia a los que estés en el mundillo. Lo que de verdad quería enlazaros, lo que justifica el título, es la entrada más popular de ese blog, donde describe con mucha gracia un increíble fenómeno denominado "keriorrea", asociado al consumo de peces tan formidables como el escolar, del que os mostré fotos en su día. Y aviso: la entrada de mañana va de peces también...

martes, 26 de abril de 2016

"Encima... poner la cama"

En su día, supongo que porque me pilló en pleno "desembarco", no os enlacé este artículo que, en lenguaje lego, explica el negociazo que es tener una editorial de revistas científicas. Os lo resumo: tener una editorial funcionando con revistas medianamente reconocidas es es negocio del siglo. Al escritor de una novela le tienes que pagar, pero a (nosotros) los científicos no, pues voluntariamente escribimos y cedemos los artículos buscando otro tipo de fama: las citas en otros artículos, que es un poco la forma en que se mide la calidad de nuestro trabajo. No sólo no le pagamos al escritor, sino que a veces le cobramos: por publicar artículos que excedan de un determinado número de palabras o páginas, por publicar imágenes en color en vez de en blanco y negro... Los gastos en material son también cada vez menores, pues la tendencia es que la gente que quiere leer estos artículos descargue directamente el pdf de los mismos (y se lo imprima ella, si le apetece). Pero, por supuesto, cobran por artículo, o por revista, o por suscripción a la misma. Normalmente, y sobre todo en centros de investigación, por suscripción a un pack de revistas de la editorial: muchas de las cuales son de un campo tan específico que no interesan a casi nadie, pero como el dinero "para revistas" del instituto X se ha gastado en ese pack, no puede ya comprar suscripciones a otras revistas muy interesantes de otras editoriales... Un elemento viciado de este sistema (uno de ellos) es que muchas veces el dinero con que se han financiado los estudios publicados es público, y no parece de justicia que luego los ciudadanos que han sufragado esa investigación con sus impuestos tengan luego que volver a pagar para ver su resultado. Por eso, cada vez más organismos financiadores obligan a que los resultados sean publicados en medios de libre acceso (open access). ¡Ningún problema! Hay revistas sólo open access, y muchas de las "normales" permiten también esa opción de publicación... pero claro, el negocio es el negocio, y para publicar un artículo open access el investigador tiene que poner la pasta encima de la mesa: como 1.000-1.500 € de media por artículo, en las revistas de mi entorno. Negociazo, ¿no? Si es que leído así, visto desde fuera, da la impresión de que somos tontos...

Y llego ya, para terminar, al punto que quería: un artículo no tiene detrás sólo la gente que lo ha escrito (tras hacer la correspondiente tarea investigadora, claro), sino también el trabajo de terceras personas entendidas en la materia, pero sin conflicto de intereses con ese artículo en concreto, que lo han revisado (los "revisores") para asegurarse de que está bien planteado, que no contiene errores analíticos, y que sus conclusiones se corresponden con sus resultados. ¿Y quiénes son estos revisores? Pues nosotros otra vez: en una especie de "hoy por ti, mañana por mí", a mayores de escribir artículos, de vez en cuando también llegan de las revistas invitaciones para revisar los artículos de otros. Es algo voluntario, faltaría más, pero de esas cosas voluntarias-que-tienes-que-hacer para que el sistema siga funcionando... el sistema en el que tenemos a unos señores haciéndose de oro. Me fastidia, porque en el tiempo que llevo aquí son ya cuatro los artículos que me ha tocado revisar: tiempo que le resto al trabajo por el que me pagan (o al tiempo de descanso, vaya) para trabajar por los demás científicos, sí, pero en definitiva por trabajar para los que se lo llevan calentito. Lo dicho: de tontos.

domingo, 24 de abril de 2016

El corazón del ducado (Chouette 13-19)

 Seguimos Dijon adelante, muy cerca de donde nos detuvimos la semana pasada: veis al fondo las columnas del teatro, y aún más allá asoma la fachada de Saint Michel. Hoy nos pararemos a ver el corazón de la ciudad: el Palacio Ducal.

 En esta zona, el recorrido de la chouette despacha seis números del tirón, de modo que no voy a pararme en ellos, y en cambio esta imagen de un panel nos servirá para orientarnos: el palacio está construido en torno a tres patios, de los cuales el más antiguo (S. XIV), el que fue propiamente sede del gobierno de la Borgoña como ducado independiente, es el de la derecha; el resto del edificio, y la Place de la Libération a la que se abre, son añadidos posteriores de los S. XVII y XVIII, durante los que funcionó como residencia real y de los gobernadores locales.

 Empezamos en la plazoleta norte, Place des Ducs de Bourgogne, una esquina bastante tranquila y agradable a espaldas tanto del palacio como de Nôtre Dame.

 Recordándonos quién mandaba aquí está esta estatua de Felipe III de Borgoña, Felipe el Bueno, el "Felipe II" borgoñón, que gobernó este territorio durante su época de mayor esplendor.

La que os decía que es el ala más antigua del palacio, donde destaca ésta, la Torre de Bar, está actualmente en proceso de remodelación. Alberga también el Museo de Bellas Artes de Dijon.

 Salimos a la plaza y vemos la fachada "moderna" del palacio de frente. Asoma detrás la Torre de Felipe el Hermoso, parte de la construcción original, y que (agujas de iglesias aparte) pasa por ser el edificio más alto de Dijon. Algún día por completar este recorrido subiré a enseñaros las vistas.

 La plaza, semicircular, es bastante agradable. Delimitada por una serie de arcos, algunos están integrados en las fachadas de las casas de detrás...

 ... y otros dan acceso a la plaza desde las calles de los alrededores. O salida desde la plaza al resto de la ciudad; como más os guste.

 Saliendo pues por uno de ellos, llegamos al último de los números "buhiformes" de nuestra visita de hoy. El 19 corresponde al antiguo Parlamento de Borgoña, hoy una sede judicial, lugar de reunión de los nobles del Ducado y demás consejeros.

La puerta de acceso, profusamente tallada, tanto la piedra como la madera, la verdad es que era muy bonita. Y en este portal nos quedamos al abrigo de la lluvia, esperando a que escampe para seguir con nuestra visita.

viernes, 22 de abril de 2016

oRgullo

Los que sepáis algo de R enseguida os daréis cuenta de que lo que enseño en la imagen es una chorrada; a los demás igual puedo engañaros y todo. En cualquier caso, estoy muy, muy orgulloso de haber podido hacer un script que tenga sentido yo solito, sin haber llegado a hacer el famoso curso aquel ni nada... nada más que darle mucho la lata a mucha gente, y leer apuntes y páginas y páginas de foros de Internet hasta caer muerto de aburrimiento, quiero decir. Una de las muchas cosas buenas de R es esto de los scripts: básicamente archivos de texto con órdenes que el programa entiende y puede ejecutar, archivos que se pueden compartir como cualquier otro, y que pueden llegar a ser tan detallados como uno quiera, para dejar constancia de los pasos que ha dado para analizar tales datos y que cualquiera que use el script pueda repetirlo al milímetro. Otra de las cosas buenas de R: lo dispuesta que está siempre la gente a compartir con el mundo el trabajo ya hecho, y así facilitárselo a los demás.
¿Y qué es esto que pongo arriba? Una tontería, ya os digo: sólo las órdenes para analizar cómo afectan diversos parásitos a la probabilidad de que una de mis aves esté o no infectada. Apenas una línea de código por cada bicho, pero que me permite utilizar modelos mixtos, que es algo que Statistica (el programa user-friendly que suelo utilizar para estadística, mal, muchas veces) no me dejaba hacer. Y tan contento que me quedo...

jueves, 21 de abril de 2016

20 de abril

Ya que de mi cuaderno de campo no hago caso, tendré que dejarlo escrito aquí: ayer día 20 llegaron los vencejos a Dijon, para alegría del que os escribe. Vi uno por la mañana camino del tranvía, pero aunque dominado por el ansia enseguida empecé a mirar a todas partes, no vi ninguno más. Pasé el día con miedo de que fuese sólo un adelantado, solo, camino de más al norte aún; pero al salir a correr por la tarde ya vi unos cuantos más, moneando altos en el cielo. Calladitos, eso sí: estos primeros que llegan son los reproductores experimentados, que no tienen que buscar ni pareja ni casa, y se dedican a cuidar de su hueco para que no se lo quite nadie, mientras esperan a que se asiente la primavera antes de empezar a criar. Ya dentro de unas semanas, cuando estén los adolescentes de vuelta, se montarán los carruseles...
Uno de los miembros del foro de pajareo de Galicia (sí, aunque resulte increíble, todavía existen las listas de correo), Porfirio, que tiene en su casa varias cajas nido para vencejos conectadas a webcams, y puntualmente comenta a qué se dedican "sus" aves, contaba hace unos días que había llegado a su caja el primero del año: que había entrado, se había atusado un poco las plumas, y se había quedado dormido. Dormido, aclaremos, por primera vez sobre una superficie sólida desde que abandonó ese mismo nido el año pasado, en vez de volando por ahí. Y comentaba que le estaba dando vueltas a eso, y a partir de eso a muchas más cosas, mientras miraba al bicho roncar en su nido... comentaba en definitiva que los vencejos le hacen a uno pensar. Y yo no podría estar más de acuerdo.

miércoles, 20 de abril de 2016

ZooCAPTCHA

 Cada día se da uno de alta voluntaria o involuntariamente en más cosas, y cada día toca recordar nuevas contraseñas (no va a ser repetir siempre la misma). Y venir a Dijon y empezar a utilizar una serie de aplicaciones de la universidad, contratar todos los servicios asociados a alquilar una casa nueva, comprar billetes de tren y avión en cada vez más compañías... ha supuesto un buen montón de ellas, que, claro está, se me terminan olvidando. Menos mal que siempre está la opción de pedir que se la recuerden a uno...

Ahora que, lo que nunca me había encontrado, era que en una de estas páginas de recordar contraseñas me hiciesen una prueba de conocimiento zoológico para dejarme acceder. Qué cosas... la verdad me hizo bastante gracia. Y no vengáis ninguno de listillos diciéndome que "bateau" (barco) no es un animal... que se lo digan al del Scattergories.

PD. Por cierto, "captcha" resulta que son siglas.

martes, 19 de abril de 2016

Un mono a mi nombre

Parece que estos días sólo hablo de Madrid... bueno, qué se le va a hacer, será porque tengo cosas que contar. Recordaréis que el 15 de febrero no fui yo el único que se fue, sino que Sonia se marchaba unas horas antes a Senegal, a trabajar como jefa de un campamento de investigación centrado en la conducta de los babuinos. Sus inicios allí fueron de todo menos sencillos, y si hubiese sido y me habría vuelto ya hace tiempo. Pero por suerte para el mundo, ella es mucho más valiente y resuelta, y a base de solucionar problema tras problema ya va haciéndose un hueco y empezando a disfrutar mucho con su nuevo trabajo.
Trabajo que, a mayores de ocuparse de las mil cosas que pueden torcerse cada día en un campamento en medio de ninguna parte, implica colaborar en buena medida en el trabajo de campo. Mientras que los doctorandos y otros investigadores que están allí (y para los que también tiene que hacer prácticamente de madre) se ocupan de sus proyectos concretos, ella saca adelante las tareas más de rutina, entre las que la menor no es memorizar las caras de todos los babuinos de su grupo, varias decenas, para saber cada día cuál está haciendo qué. Y a la colección de caras se añaden de vez en cuando unas nuevas, cada vez que nace alguna cría que hay que bautizar y registrar.

Y entre ellas está este piojo (y probablemente piojoso): Anthony, así llamado en honor del que estas líneas escribe. Y todo un honor, la verdad: a ver cuántos podéis tener que hay un mono en África que se llama como vosotros. Os vais a reír, pero con esos arcos superciliares tan marcados como si fuesen gafas que tiene, yo creo que un aire sí se me da... en fin, a ver qué le depara la vida. Espero poder contaros historias asombrosas de mi tocayo, de peleas con leopardos y proezas similares... confiemos al menos en que llegue a adulto. Espabilado al menos sí se le ve.

domingo, 17 de abril de 2016

¡Caracoles!

 Con la cosa de mi segundo "mesversario", recordé hoy que hace "dos meses" (una cosa es el día del mes, otra el día de la semana...), el domingo antes de coger al día siguiente el avión a Lyon, estuve despidiéndome de Marta comiendo caracoles en un bar de Cascorro. Y me acordé porque llueve, y los caracoles sacan sus cuernos al invisible sol. En realidad en Dijon no llueve tanto como yo me temía, o al menos no este año, y además suele hacerlo por la noche; pero la humedad ambiental es mucho mayor a la madrileña, en el aire y en el suelo, y entre otras mil cosas, eso se deja notar en la gran cantidad de caracoles que hay. Que no es que no los haya en Madrid, pero se ven mucho menos, y además suelen ser pequeñajos y discretos (salvo Rumina decollata, tan marciano él con su concha de natural rota y su gusto por la carne). Aquí hay muchos caracoles pequeñajos y discretos también, pero además los hay grandes y vistosos. Y ya que no he sacado ninguna foto de ellos, tiro de Internet...

 ... para enseñaros al grande, al Helix pomatia, cuyo nombre común de "caracol de Borgoña" viene además más que al caso. "de Borgoña" no porque sólo los haya aquí, sino porque sepultados en perejil y mantequilla son una tapa bastante apreciada en la zona. Es el caracol terrestre europeo más grande y no vive en España de forma natural, pero lo recordaba de visitas anteriores a Francia. Un "reencuentro" agradable pues.

... y para enseñaros al vistoso también. El Cepaea nemoralis sí lo tenemos en las zonas húmedas del norte ibérico, huerta de Vilar de Barrio incluida, pero no en Madrid. Aunque el diseño amarillo con una banda negra es bastante frecuente, esta especie es de lo más variada en lo que a coloración se refiere, por lo que no se aburre uno de mirarlos en las paredes, o mientras se deslizan con alegría suicida sobre las aceras.

Pues eso, que sin necesidad de salir de Dijon hay mucho campo que mirar. Caracoles incluidos.

sábado, 16 de abril de 2016

Pallabarro (Chouette 10-12)

Retomamos el recorrido de la chouette donde lo dejamos el fin de semana pasado: "por detrás" de Nôtre Dame (al oeste, vaya). Y por detrás lo que hay son unas cuantas calles y casas de aire muy medieval. Por fuera la gran mayoría de ellas es de este palo: un entramado de vigas de madera que, combinadas con adobe, forman los lienzos de la fachada. El adobe, que en gallego llamamos "pallabarro", un nombre descriptivo a más no poder, me inspira un cariño de lo más tonto y superficial: cuando de pequeño íbamos a Misa a la catedral en Orense, antes de que el casco viejo se llevase un buen lavado de cara, las paredes de muchas de las casas ruinosas donde se albergaban los drogadictos estaban hechas de adobe. Recuerdos infantiles que se le quedan a uno...

 Por lo demás, las casas "bien", en vez de con adobe crudo rellenan el espacio entre las vigas de madera con pequeños ladrillos esmaltados. Esta arquitectura tradicional borgoñona consume un par de números del recorrido.

 Rue des Verreries, una de las que conserva un mayor número de casas antiguas de éstas... uno la ve de pasada de camino al número 12, con el que concluimos la entrada de hoy.

 Y este 12 corresponde a la Place du Théâtre, teatro que es de estilo neoclásico, y que se levanta donde en su momento se encontraba el poblado galorromano de Divio, germen de la ciudad actual.

 La verdad es que la importancia que el recorrido de la chouette da a cada una de las paradas es de lo más subjetiva: gasta un número tanto en una única casa como las de arriba, como en todo lo que hay que ver en esta plaza. El teatro de hecho no da mucho más de sí, y son mucho más entretenidas de ver La Nef ("la nave"), la antigua abadía de Saint Étienne, desacralizada durante la Revolución, y que tras albergar la cámara de comercio aloja actualmente una biblioteca municipal; y la iglesia de Saint Michel al fondo, y a la que el recorrido ni siquiera se acerca.

 Pero ya me acerco yo por vosotros para que podáis echar una ojeada siquiera a la fachada renacentista, que bien lo merece. En las torres de esta iglesia parece estar asentada una pareja de cernícalos vulgares, y otra en Nôtre Dame; y las vi discutir de manera bastante poco amistosa entre ellas. Qué gritones llegan a ser estos bichos, y ¡qué de recuerdos me traen!

Y ya llega por hoy; habrá más chouette en breve. Y ya que estamos a sábado, cierro con una de las imágenes de la Virgen que se encuentra uno un poco al azar por las casas del centro. Que paséis buen fin de semana.

viernes, 15 de abril de 2016

Aniversario mostacero II

Dos meses fuera de España, que me sirven para igualar la marca establecida en 2010 al término de mi segunda estancia en Lund, pues aunque las de 2009 y 2011 fueron de tres meses, me dejé caer por ahí abajo entremedias.
Y a partir de aquí, cada día, uno más que sube el listón. Igual que suben las ganas de volver... de visita.

miércoles, 13 de abril de 2016

Acurrucados

No he franqueado los límites de Dijon desde hace casi dos meses, bien conscientes sois de ello a través de este blog; y sin embargo, otra cosa igual no, pero esta ciudad está bastante animada en lo que a jardines y avifauna se refiere. Como si hablásemos de etapas en la vida creativa de los pintores, podríamos decir que se está terminando ya el "periodo amarillo": la temporada de los narcisos y las forsitias (muy numerosas aquí en todas partes), y tulipanes, cerezos y manzanos toman el relevo en tonos blancos y rosados; mientras que en general todos los árboles ya se ven más verdes que marrones. Paralelamente, cada día el bullicio es un poco mayor: cuando llegué aquí apenas sí se oía cantar a los verderones, que resultan también bastante abundantes en esta ciudad. Empezaron apenas después mirlos, carboneros y herrerillos, y al punto las tórtolas turcas y los jilgueros. Pero todos estos ya estaban aquí,a diferencia de las aves migradoras, que han ido llegando en lo que llevamos de mes: de repente parece haber un colirrojo tizón en casi cada casa, me sorprendió que aquí, comparativamente al sur, fuesen tan viajeros, meintras que en España ciudades de clima comparable a ésta en cambio reciben invernantes. Y también han llegado las capirotadas, muchas currucas, cantándole a mi tesis desde los setos un poco por todas partes... ¿Y qué más faltará por llegar o despertarse? Ya iré comentándolo, pero entremedias, contadme: y en Madrid, qué, ¿gritan ya los vencejos???

martes, 12 de abril de 2016

Vacaciones afrutadas y regionalizadas

Ayer por la mañana me parecía que tardaba el tranvía más de lo habitual, y por fin me di cuenta de que uno de los paneles luminosos informativos explicaba el porqué: hasta el próximo viernes 22 estamos en periodo "anís", en vez del "grosella" habitual de los días laborables. ¿Y eso por qué? Pues porque estamos inmersos en plenas vacaciones "de baja intensidad", las vacaciones de Pascua. Resulta que aquí en Francia, de otra cosa no, pero de vacaciones escolares (y universitarias; está el campus vacío) andan sobrados: más o menos cada mes y medio tienen una semana o dos de vacaciones, a mayores de los dos meses de verano. De esta manera, tienen a caballo entre octubre y noviembre las dos semanas de "Todos los Santos", luego las dos de Navidad, cuando llegué a mediados de febrero estaban en plenas vacaciones de invierno, y ahora éstas de Pascua (desligadas de la Semana Santa religiosa). Lo curioso es que además estas dos últimas, las de invierno y las de Pascua, no son a la vez en todo el país, sino que se tienen en tres tandas, según regiones diseñadas para que agrupen más o menos un tercio de la población estudiantil, con el objetivo abiertamente declarado de que las zonas vacacionales (estaciones de esquí, principalmente; imagino que también la costa mediterránea por estas fechas) estén funcionando a un ritmo constante, pero no exagerado (como si todo el país librase a la vez) ,durante más tiempo... Qué cosas ve uno cuando sale de casa.

lunes, 11 de abril de 2016

El búho primigenio (Chouette 7-9)

 Retomamos nuestro recorrido por Dijon donde lo dejamos la semana pasada, en la Plaza François Rude. Al fondo se yergue esbelta la flecha de Nôtre Dame, nuestro destino, pero la chouette indica que mejor demos un rodeo antes por la Rue des Forges...

 ... para ver una serie de palacetes (hôtel, en francés, antes de que pasase a ser "hotel") que pertenecieron a distintos prohombres locales a lo largo de los siglos. Este primero, el Hôtel Aubriot, del S. XIII, fue la Casa de la Moneda del Ducado de Borgoña en sus mejores años.

 En el Hôtel Chambellan, de finales del S. XV, residencia de un alcalde del mismo nombre, se pueden ver los tejados tradicionales de los palacetes locales, con pequeñas tejas (¿de madera, de esmalte? La verdad es que desde abajo no consigo verlo bien nunca) de cuatro colores entre las que predomina el amarillo mostaza (cuál si no), dispuestas haciendo dibujos geométricos.

 Y una casa de alcalde más, poco menos de un siglo posterior a la anterior, la Maison Maillard, con la fachada profusamente decorada.

 Y llegamos por fin a Nôtre Dame; imposible sacarla entera, así que vamos desgranando los elementos principales de su fachada.

 La fachada occidental, vamos, que es la que destaca, única en su especie (su especie: gótico francés), con un añadido liso por delante del pórtico de acceso de lo más extraño, y que a míno me acaba de gustar...

 Liso, esto es, salvo por las dos filas de pilares y las 51 falsas gárgolas ("falsas"porque no son salidas de agua de lluvia, sino simples estatuas). Éstas no son las originales, que se retiraron todas en cuanto empezaron a ir desgastándose y cayendo sobre los dijoneses, que resultaron no ser más resistentes al aplastamiento que el humano medio. Pero en base a grabados antiguos volvieron a construirse otras en el S. XIX, para que la fachada luciese como en su origen. Tenéis todo muy bien explicado en la página en Wikipedia de esta iglesia, que me ha sorprendido que estuviese tan completa en español.

 En lo alto esa fachada debería estar rematada por dos torres, para ser como cualquier otro gran templo gótico, pero nunca llegaron a construirse. Lo que sí hay en cambio es un pequeño campanario donde viven esta familia de autómatas de bronce: la campana y el hombre que la tañe a las horas en punto, Jacquemart, son los elementos originales, botines de una guerra de Borgoña contra Flandes. Y a lo largo de los siglos se añadieron al conjunto primero su señora, que se turna con su esposo para hacer sonar las horas en punto, y después las criaturas, encargadas de los cuartos y las medias horas.

Y ya antes de cerrar la entrada, la novena placa del búho está dedicada en exclusiva a la chouette original, a la que como veis no han tratado muy bien el paso de los años, el manoseo constante de los turistas y los martillazos que le dio un trastornado hace unos años. Pinta de búho sigue teniendo al menos...

Y nada más por hoy. Otro día terminamos de rodear la fachada norte de Nôtre Dame y seguimos conociendo Dijon.

domingo, 10 de abril de 2016

Nomeolvide(i)s

Salí este fin de semana a chouetear un poco más y estos días que vienen podré enseñaros más estampas de Dijon. Pero entremedias, por que no me olvidéis, os traigo una foto sacada al pie de un extenso parterre de nomeolvides azules (su color original), magenta y blancos, con algunos tulipanes por el medio. El nomeolvides es una flor de la que se oye hablar mucho en libros, poemas y demás, pero que tengo la sensación de que mucha gente no tiene ni idea de cómo es, porque la verdad es que en España no recuerdo haberla visto plantada nunca... será porque son plantas de ambientes húmedos y nemorosos y la mayor parte del país debe de ser demasiado seca como para que se den bien, no sé. Bueno, pero vosotros ya no os quedáis más con la duda: ya veis que son flores de lo más discreto, muy pequeñajas, pero que en masas lo suficientemente grandes destacan mucho. De nada.

viernes, 8 de abril de 2016

¡Lémures a bordo!

Tras los recuerdos de las clases de francés que os conté anteayer, si hoy os traigo más historias de mi infancia al blog vais a pensar que ando especialmente nostálgico... no es así; no de Orense, al menos. Pero bueno, es mi blog y cuento lo que quiero, así que al lío: de pequeño buscaba mil historias con las que entretenerme en el camino al colegio, que siendo más gordo y con las piernas más cortas se me hacía muchísimo más largo que cuando ahora estoy en casa de mis padres y me acerco al centro... eso claro exceptuando la fase en que nos dio a varios por ir corriendo al colegio por la tarde, simplemente por ver quién llegaba antes. Bueno, el caso es que en un tramo de la calle había (hay) un edificio, cuya puerta automática del garaje necesitaba un buen engrasado, y yo estaba deseando cada día que coincidiese mi paso por allí con la entrada o salida de algún vehículo... porque la puerta, a mí que me estaba criando a base de smacks y documentales a partes iguales, me sonaba exactamente igual que los indris de La Vida a Prueba... ¿Y por qué traigo esto a colación, me preguntaréis? Bueno, pues porque los que también necesitan engrasarse son los ejes de alguno de los tranvías que cojo entre casa y la facultad: pequeños lémures que siguen haciéndome sonreír...

jueves, 7 de abril de 2016

Las cosas, por orden

Con el asunto de mi trabajo aquí que os contaba ayer, de dejar algo listo este mes y eso, me gustaría alardear un poco de que por primera vez (¿y por última?) no estoy escribiendo un artículo como hacemos todos siempre, sino como la gente cree que los hacemos, en el orden en que se leen...

miércoles, 6 de abril de 2016

Más-riposas

 Os hablaba hace algo más de un mes de mis primeros pinitos investigadores en mi nueva casa: de repetir un "muestreo en mariposa" y todo eso. Poco a poco vamos concretando más las cosas, y han surgido algunos cambios con respecto a la idea inicial:

Martinica ya se parece poco a una mariposa... a una con las alas cerradas, y forzando
 Para empezar ya no trabajo sólo con una isla caribeña, sino con dos: se sube al carro Martinica. Cosa que me hace medianamente gracia porque en tercero de francés, en la EOI de Orense, nuestra profesora había ido de vacaciones de Semana Santa a Martinica y, como debió de volver nostálgica, nos hizo preparar para la evaluación oral un trabajo sobre el aspecto de la isla que eligiésemos. Les Oiseaux de Mer de la Martinique, se titulaba el mío, e incluía exactamente aquellas aves marinas de las que tenía fichas que poder enseñar en clase, independientemente de que hubiese más de las que hablar... benditos tiempos pre-PowerPoint. Y bendita profesora, que em espetó a principios de curso durante una clase un "con esa pronunciación no sé cómo has llegado a tercero" que me dejó bastante tocado, pero que creo recordar me hizo currármelo más de allí en adelante... o no; abandonar en cualquier caso no era una opción, que no me hubiera dejado mi madre. Y oye, bien me está viniendo ahora...

Wikifoto de mi nuevo compañero de penurias
Bueno, y basta ya de digresiones. Se añade una isla a los análisis, pero cambio de especie muestral: de la paruline cafeiette al sporophile rougegorge, el semillero gorjirrojo Loxigilla noctis; que la otra no vive en la nueva isla, y de este señorito tenemos más de mil muestras analizadas ya entre las dos. Bueno, espero tener algo listo para enviar a publicar de aquí a finales de mes, y que se vayan quedando contentos estos señores con el postdoc que ficharon en el mercado de invierno, el de los segundones... ya os contaré.

lunes, 4 de abril de 2016

Guarderías salvajes

Entre las noticias de relleno que suele meter la prensa los fines de semana en que no hay mucho que contar, para que los redactores justifiquen su sueldo, me resultó chocante ver un reportaje sobre los "bosques" (en vez de "jardines") de infancia que, tras nacer en Dinamarca, se están extendiendo bastante por el norte de Europa, y empiezan a llegar a otras regiones. El concepto de "deja que el crío se enfríe y se manche" pega desde luego mucho más con la mentalidad paterna escandinava que con la nuestra, pero esto de las guarderías en el bosque me pareció ya demasiado... ¡con lo poco que me gusta pasar frío! Aunque es verdad que los críos lo notan menos... En vídeo está en inglés (con acento australiano), pero se entiende bastante bien, al menos la idea...



¿Sería posible que se popularizase algo así en España? Difícil me parece, pero quién sabe... me hizo gracia la madre que en el vídeo dice algo tipo de "claro que me preocupa que mi hijo se haga daño, pero... prefiero no mirar y no pensar en lo que hace, y ojos que no ven...". Difícil me parece imaginar una madre española actual pensando así, la verdad. Aunque a los críos no se les ve precisamente tristes o magullados...

domingo, 3 de abril de 2016

Esparta dulcificada

Al llegar la primavera, la lluvia y el sol, que calienta todavía sin quemar, ayudan a que uno de los paisajes más ásperos de Madrid presente, por una vez, una cara bastante más amable. Hablo de los espartales, que se merecían que, ahora que están en su mejor momento, cuando los brotes tiernos y las flores hacen olvidar por un momento las espinas, les dedicase un artículo en EMNMM. Espero que os guste...


sábado, 2 de abril de 2016

Entre el XIX y el XX (Chouette 1-6)

 Repartidas por el centro de Dijon hay una serie de placas numeradas como ésta, con la representación de una especie de búho ("chouette", que se corresponde en general con el "búho" español, pero no para todas las especies). Marcan las distintas paradas de un recorrido turístico autoguiado, que uno puede hacer o con la ayuda de los folletos de las oficinas de turismo, o de una aplicación descargable al móvil. Y como tan bueno es este recorrido como cualquier otro para enseñaros la ciudad pues voy a aprovecharlo, y a ver para cuántas entradas me da...

 Y la placa de arriba, la primera parada del recorrido, nos lleva a conocer el Jardín Darcy, un pequeño parque en el extremo oeste del centro histórico. El oso de la imagen causa furor entre los dijoneses, o al menos esa es la impresión con que se queda uno, tras verlo en multitud de postales, figuritas y todo tipo de recuerdos. El caso es que ni siquiera es una escultura original, sino una copia del auténtico Oso Polar, que está en París, obra del barbudo escultor costadoriense que aparece en el pedestal de la misma.

El parque en sí es bonito, pero con sus fuentes secas y rotas y su césped sembrado de narcisos, pandilleros, nomeolvides y borrachos; tiene el aire de que ha conocido días mejores. De hecho este lunes lo cierran para empezar una reforma, así que menos mal que vine hoy a sacar las fotos...

 El jardín resultó ser la parte de arriba de un gran depósito de agua, y Darcy el ingeniero que lo diseñó para abastecer de agua al Dijon decimonónico. En agradecimiento, sus paisanos decoraron el parque con este discreto monumento.

 La primera parada chouetosa nos mostraba el orgullo de los dijoneses por sus ingenieros, y la segunda otra discreta joya local: un hotel, con relativo renombre por haber sido lugar de alojamiento de los visitantes distinguidos de la localidad. Qué queréis, Dijon no es París y los hitos locales dan hasta donde dan...

 Cruzando la calle al otro lado del parque y del hotel, la plaza Darcy desemboca en la Puerta de Guillaume (San Guillermo de Volpiano), que sustituye a alguna puerta real en los muros del Dijon medieval y que, como aquella, da entrada al casco viejo.

 El recorrido chouetoso en cambio da un rodeo para seguir visitando puntos de interés a caballo entre el S. XIX y el S. XX. La senda (marcada por estas flechas en el suelo) de hecho da más que un rodeo sospechoso, que yo intuyo que, como los recorridos de algunos comercios, el objetivo que tienen es hacer que el visitante se canse y se acabe distrayendo en los comercios o los bares, contribuyendo a la economía local.

 Pero yo me debo a vosotros mis lectores, y seguí ruta sin detenerme hasta la siguiente parada, en la plaza Grangier. Donde se alza ahora el edificio de La Poste ("Correos") de Dijon estaba antes el "castillo de Dijon": una fortificación militar ordenada construir por Luis XI para mantener vigilados a sus recién incorporados a la corona francesa súbditos borgoñones; castillo cuyos descendientes se quitaron de en medio para dejar una plaza que descongestionase algo el acceso a la ciudad.

 A pesar de su diferente aspecto, tanto el palacete de correos como este edificio, y como casi toda la plaza, estilo "Art Nouveau", fueron proyectados por el mismo arquitecto; ¡la de cosas inútiles que llega a aprender uno con la aplicación de la chouette!

 La ruta hace una última parada, la quinta, antes de dejar la Edad Contemporánea y retroceder unos cuantos siglos en la historia de la ciudad, para que nos admiremos ante ¡la plaza de abastos! Pues muy bien, oye, muy pintona... nah, de hecho alguna vez sacaré fotos del mercado, que siempre resulta curiso ver qué come la gente en las diferentes regiones.

Y ya por fin en la sexta parada, en la plaza François Rude, el pisador de uvas de la fuente nos invita a conocer una serie de calles muy distintas a las anteriores. Pero para vosotros por hoy ya está bien, ¡seguiremos otro día!

viernes, 1 de abril de 2016

De bien nacidos

Al entrar a mi nuevo piso, tras poder por fin deshacer el equipaje y empezar a poner algo de orden en las cosas que había traído, me encontré en una carpeta con un documento rosa que no recordaba tener: era un certificado de nacimiento; mío, quiero decir. Y me vino a la mente un recuerdo borroso, de hace a saber cuántos años, de mi padre dándomelo mientras comentaba algo tipo "... tenía que pasar por el Registro y de paso te pedí un certificado, que nunca se sabe cuándo te puede hacer falta". La típica boutade de mi padre; seguro que en el momento hasta debí de poner una mueca de desagrado ante el favor no pedido e innecesario... el papel en cualquier caso se quedó en la carpeta, que tampoco lo iba a tirar. Y hete aquí que, hace unos días, al contactar conmigo para concertar una cita en la mutua, para que me dieran de alta en la seguridad social francesa, me pidieron que llevase ¡un certificado de nacimiento, claro! Papel que jamás habría pensado yo que me fuesen a pedir nunca, que para algo aparece ya esa información en el pasaporte y el DNI. En fin, bendita clarividencia paterna...

PD. Eso, tras arreglar ayer lo de la seguridad social, ya sólo me queda una visita al Consulado en Lyon a final de mes para darme de alta, y tras sólo dos meses y medio habré terminado con todo el papeleo necesario para cambiarme de país. Un poco más y ya me he vuelto...