domingo, 20 de marzo de 2016

Buis

Al igual que el año pasado, me pilla éste el Domingo de Ramos en tierra extranjera; aunque lo de Londres era algo pasajero, no como mi periplo francés. Llevo una semana instalado en mi nueva casa, y tenía ganas de ver cómo se celebraba esta fiesta en mi nuevo territorio; ganas de ver si la gente llevaba ramos y, en su caso, de qué eran. Y sí, la gente llevaba ramos, y muchos; y no eran ni de los olivos madrileños, ni de los laureles gallegos, ni de las palmas ilicitanas infiltradas un poco por todas partes... sino de boj. Buis, en francés, abundante en estas tierras calizas y frescas donde "arbusto" se dice buisson, por lo que el boj debe de ser algo así como el arbusto de todos los arbustos. Me resulto curioso y agradable a un tiempo ver que el desenfado con el que asocio el Domingo de Ramos también se vivía aquí: ver al cura aspergiendo de agua claramente a mala idea y con cara de pillo a los feligreses, ver a chicos y grandes agitando todos los manojos de boj en alto como si fuesen banderines... en concreto a los viejos ésta es una fiesta que siempre me parece que los rejuvenece. Y bien está que el primer día de la Semana Santa, a pesar de que se lea durante el evangelio todo el relato de la Pasión, sea un día de alegría, de anticipar que dentro de siete días la historia acaba bien.

Semana Santa religiosa, pero no civil, aquí al menos: me toca ir a trabajar todos los días como si fuese cualquier otra semana del año, y por lo tanto no me he planteado volver de visita. Por suerte para mí, los que sí tenían libre esta semana y han decidido subir de visita en coche son Andrea y Álex (y Brego), que llegarán si Dios quiere en unas horas. No podría empezar mejor esta semana, el Domingo de Ramos...

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