jueves, 31 de marzo de 2016

Phileas Fogg y las centrales de biomasa

Os dejo con una reflexión de David Álvarez acerca del aprovechamiento de los "residuos forestales", tan interesante como ilustrada. Que para sacar una entrada al día tampoco es necesario que sea yo el que la escriba...

miércoles, 30 de marzo de 2016

Delfín hasta el fin

Estaba ya cerrando el ordenador antes de irme a casa cuando una última mirada al periódico me dibujó una sonrisa en la cara: una noticia tonta, de ésas por las que La Voz de Galicia pagaría seguro, pero que ha sucedido en Madrid. La noticia de que la policía investigará el hallazgo de un delfín muerto en la Casa de Campo, con foto incluida. Y sonreí no porque la noticia me pareciese ridícula, sino porque enseguida, a la vista de la tela metálica envolviendo el cuerpo, entendí qué hacía allí el bicho. Que ya llevo muchos años de Facultad de Biología, muchos años rodeado de gente con la inofensiva (e incomprendida) afición de montarse en casa su museo particular... mi voto, y lo que le contaría a los policías si tuviese Twitter, va para: friki (¡a cuántos no conoceré yo así!) madrileño de vacaciones encuentra en la playa un delfín (que no es tan raro, por otra parte) y se le hace la boca agua pensando en tener el esqueleto en su casa. Ni corto ni perezoso se lo lleva en el coche, soportando (por darle colorido a la historia) las quejas de todos sus amigos y las amenazas de ruptura de su novia (no tiene), y al llegar a la capital, como no tiene ollas lo suficientemente grandes donde cocerlo para limpiar los huesos, confía el trabajo a la naturaleza, y lo deja donde creía el pobre que nadie lo encontraría, bien rodeado de tela metálica, para que cuando se vaya deshaciendo no se le pierda ningún hueso. Seguro que se acerca de vez en cuando a ver qué tal va el proceso, y la próxima vez que vaya se llevará un tremendo chasco. Me da bastante pena el chico, no os penséis...

martes, 29 de marzo de 2016

Gitanadas

 Llevo mes y medio con una carpeta en el Escritorio con fotos de nuestra última visita a Monfragüe, el sábado antes de venir a Francia; mes y medio a la espera de tener tiempo y ganas (ganas, más bien) de preparar con ellas una entrada. Ocasión que se presentó ayer, cuando a la vista de las nubes empapadas de agua me acordé de la última vez que había salido al campo, en condiciones similares. Rescato pues ahora unas cuantas fotos del entorno del Salto del Gitano, que BiologoyBecario estaba lleno de fotos de Monfragüe y alguna habrá que poner en éste también...

 Los días fríos andan los buitres más perezosos, y aun sin madrugar en exceso llegamos desde Madrid con tiempo de sobra para estar en los miradores antes de que el rosario de rapaces fuese abandonando en fila Peña Falcón, prestos a dispersarse por los montes y las dehesas, a la búsqueda del ciervo u oveja que les llenase la panza aquel día.

 Me repito: día gris. Gris, pero iluminado por los colores y los cantos del cortejo de aves menores del Salto, ya fuesen los serines verdecillos Serinus serinus...

 ... o los roqueros solitarios Monticola solitarius, fieles a la roca donde me los taché hace casi nueve años, sin faltar ni una sola de las muchas veces en que he visitado el Parque. Me pregunto si todos los roqueros que he visto en el Salto del Gitano serán familia: si los de ahora serán hijos, nietos, bisnietos o lo que toque de los primeros que vi, o tal vez incluso aún los mismos.

 También siempre en el mismo sitio, pero cambiando al compás de las estaciones, la charca de la ladera de la umbría, tapizada al final del invierno con las rosetas apicales de hojas de los tallos de la Callitriche brutia, como una alfombra de pequeñas palmeritas entre las que asoma de vez el cuando el morro de algún tritón en busca de aire.

 Y si saco en esta entrada alguna planta, en honor a la estación no puedo dejar de sacar también algún narciso (éste, Narcissus triandrus). Hay tantos plantados esta primavera en los pequeños jardincillos de las casas de Dijon que casi se han vuelto vulgares, casi se me ha gastado la gracia de estar esperando verlos aparecer cada primavera, buscando  su reflejo embelesados y cabizbajos... pero sólo "casi".

En cambio no hay de estas flores en Dijon, no hay riesgo de que se me gasten las ganas de volver a salir al campo con ellas :-) ¡Gracias por este último recuerdo de antes de partir!

lunes, 28 de marzo de 2016

Pas(e)os por Dijon


 Tras una Semana Santa en que ha hecho un tiempo estupendo, nos hemos despertado este Lunes de Pascua, festivo civil en Francia, con un cielo encapotado y frío que parece que nos acompañará durante lo que queda de semana, y veremos si no empalmando con un abril de aguas mil... Por cierto que, mirando al cielo, me he dado cuenta de que en Dijon echo bastante en falta... las gaviotas, ya veis.

 Las gaviotas en el cielo, pero lo que falta en el suelo son baldosines. Éstos aparecen sólo en contadas calles del centro, y se quedan a mitad de camino entre el baldosín y la losa de piedra.

 La inmensa mayoría de las aceras de Dijon, en cambio, están sencillamente asfaltadas, como si simplemente fuesen una porción elevada de la calzada.

Y por fin, tanto más cuanto más apartados del centro, en muchas calles las aceras son de grava rojiza, casi como las canchas de tenis, y en días lluviosos como hoy terminan embarrándose y dejándole a uno los zapatos hechos un asco.
Me sorprendió bastante el suelo de Dijon al llegar a esta ciudad, como podéis ver. Otro día que no llueva y saque la cámara ya haré fotos de niveles superiores al del suelo...

domingo, 27 de marzo de 2016

Tres días santos, tres detalles

- Jueves Santo: me llamó la atención que, siendo una parroquia "cualquiera", cuatro adultos hiciesen la Primera Comunión, pero no fue eso lo que más me dio que pensar... Creo que alguna vez de pequeño vi en Orense en la Catedral una ceremonia de lavatorio de pies, pero la verdad es que no lo recuerdo apenas, y este Jueves es como si fuese mi primera vez. El gesto de ver al sacerdote, revestido con todos los ornamentos, la "figura importante", de rodillas y limpiando los pies de Fulanito, me resultó especialmente chocante: una imagen palpable de la novedad radical del mensaje del Evangelio, que contraponía el "sígueme para reinar sobre el mundo y que todos te sirvan, y serás feliz, tumbado mientras te abanican y te meten uvas en la boca" del demonio, con un "sígueme y te haré servidor de los demás, y aunque te parezca difícil de creer, es así y sólo así como conseguirás ser feliz"...
- Viernes Santo: durante la oración universal, al escuchar el "...que conceda volver a casa a emigrantes y desterrados, que proteja a quienes están de viaje", me sorprendí de repente agradeciendo mentalmente a los demás que se estuviesen acordando de que estoy en Dijon más por necesidad que por gusto, y que estuviesen todos rezando por mí. Qué tonto, pensé luego, que millones de personas hay en el mundo mucho más "emigrantes y desterrados" que yo... pero es verdad: al igual que durante mis estancias en Lund y Edimburgo, al ir a Misa experimento el consuelo de, por un momento, estar en casa.
- Vigilia Pascual: ayer noche se bautizó Laurinne, una chica de veintitantos años; primer bautismo de adultos que veo (más Confirmación y Comunión, la chica no paró de tacharse sacramentos). Me puse a pensar en qué pasaría si fuese yo, en el apuro que me daría hacer públicamente algo tan radical, y me quedé sinceramente agradecido de que me bautizasen de pequeño. Por otra parte, fue todo un ejemplo: cuando un domingo cualquiera todos los fieles recitan el Credo es fácil estar pensando en cualquier cosa menos en lo que uno, y los demás, están diciendo. Pero ayer, al escuchar a Laurinne contestar "sí, creo", a cada una de las preguntas, uno se da cuenta de que oye, que sí, que lo está diciendo de verdad, que se lo cree; seguramente tras meses o años de pensarlo y darle vueltas. Y de repente uno se vuelve Laurinne y esas mismas preguntas se las están dirigiendo a él, para que las conteste, delante de la mirada escrutadora de todos los demás... que santa Virginia Crouchback nos asista.

sábado, 26 de marzo de 2016

Montée vers Pâques

"Jerusalén está fundada
como ciudad, bien compacta.
Allá suben las tribus,
las tribus del Señor..."

En este tiempo en Dijon en que he vivido en dos emplazamientos distintos de la ciudad, y me han quedado más a mano sus respectivas parroquias, en ambas ha coincidido (igual es en todas así, pero no quiero generalizar sin saber) que los curas son muy de saludar en la puerta y de banco en banco a los feligreses que van llegando (conocidos o no, véase un servidor), y de correr terminada la ceremonia a la puerta de nuevo para ir despidiendo a la gente. Y el domingo pasado, así, me despidieron deseándome una buena montée vers Pâques, feliz "ascensión a la Pascua", saludo que tiene pinta de ser común en Francia. Esta madrugada estaba paseando a Brego mientras sus dueños preparaban las maletas para volver a Madrid, y mientras escuchaba cómo recibían mil mirlos a la aurora desde sus cantaderos, lo único que se oía, me entretuve pensando en lo veterotestamentario que resultaba eso de "subir a Jerusalén", y en que ese deseo de "feliz subida" pegaba bien en este país en que muchas de las canciones de iglesia tienen una curiosa musicalidad semítica.
He vuelto a quedarme solo en Dijon hoy; algo triste, al marcharse Andrea y Álex. Al final esta Semana Santa por haches o por bes no he podido "ponerme malo" y escaparme de la Facultad para ir a hacer el gamberro al campo con ellos algún día, pero bueno: ellos sí han disfrutado mucho de los alrededores de Dijon, y yo mucho más de tener con quién hablar al volver por las tardes a casa (y quién me hiciera la cena, que ya se me estaba olvidando lo bien que cocina Álex). A la espera quedo del siguiente visitante...

domingo, 20 de marzo de 2016

Buis

Al igual que el año pasado, me pilla éste el Domingo de Ramos en tierra extranjera; aunque lo de Londres era algo pasajero, no como mi periplo francés. Llevo una semana instalado en mi nueva casa, y tenía ganas de ver cómo se celebraba esta fiesta en mi nuevo territorio; ganas de ver si la gente llevaba ramos y, en su caso, de qué eran. Y sí, la gente llevaba ramos, y muchos; y no eran ni de los olivos madrileños, ni de los laureles gallegos, ni de las palmas ilicitanas infiltradas un poco por todas partes... sino de boj. Buis, en francés, abundante en estas tierras calizas y frescas donde "arbusto" se dice buisson, por lo que el boj debe de ser algo así como el arbusto de todos los arbustos. Me resulto curioso y agradable a un tiempo ver que el desenfado con el que asocio el Domingo de Ramos también se vivía aquí: ver al cura aspergiendo de agua claramente a mala idea y con cara de pillo a los feligreses, ver a chicos y grandes agitando todos los manojos de boj en alto como si fuesen banderines... en concreto a los viejos ésta es una fiesta que siempre me parece que los rejuvenece. Y bien está que el primer día de la Semana Santa, a pesar de que se lea durante el evangelio todo el relato de la Pasión, sea un día de alegría, de anticipar que dentro de siete días la historia acaba bien.

Semana Santa religiosa, pero no civil, aquí al menos: me toca ir a trabajar todos los días como si fuese cualquier otra semana del año, y por lo tanto no me he planteado volver de visita. Por suerte para mí, los que sí tenían libre esta semana y han decidido subir de visita en coche son Andrea y Álex (y Brego), que llegarán si Dios quiere en unas horas. No podría empezar mejor esta semana, el Domingo de Ramos...

sábado, 19 de marzo de 2016

Cosas que hay y cosas que no hay en Dijon (I)

En este mes que llevo entre borgoñones, en mis recorridos por Dijon hay una serie cosas que he echado en falta, o que por el contrario me han llamado la atención por su abundancia, y que paso a relataros. Tal vez el "I" es un tanto pretencioso, y esto en vez de en serie se quede en entrada única, pero de primeras mi idea es ir completando la lista a medida que descubra más diferencias con mi antigua vida en Madrid. Sin más, vamos a ello:
- En Dijon hay muchas peluquerías. Lo de las peluquerías es de lo que más me ha llamado la atención: no hay "muchas", hay muchísimas. Y yo no creo que aquí la gente se pele la cabeza más que en cualquier otra parte... 
- En Dijon hay muchas panaderías, pero hay muy pocos supermercados. Otro de los comercios que más abunda en todas las esquinas de la ciudad son las panaderías/pastelerías. Muy bien podéis estar pensando ahora en el tópico francés con la baguette bajo el brazo, pero de ésos no he visto aún ninguno. Tampoco una proporción anormal de gordos amantes del dulce. Por el contrario, escasean los supermercados o tiendas menores de alimentación. Tengo uno ahora relativamente cerca del piso (aunque bajo un prisma español sería "a desmano"), pero durante mi periplo buscando casa muchos de los lugares visitados eran desiertos alimenticios.
- En Dijon hay chinos, pero no hay "chinos". Menos que en Madrid, pero algún chino se ve por la calle; de hecho suelen subir y bajar varios en mi parada de tranvía. Sin embargo lo que aquí no he visto todavía son "chinos", o como se llamaban antes, "todo a 100". y para estos primeros momentos de instalación me habrían venido de perlas...
- En Dijon hay cacas de perro, pero no hay perros. No me cuadra el número de mierdas que veo por la calle, con el bajísimo número de personas paseando sus chuchos con que me cruzo: o la gente saca a los perros a horas imposibles, o sus perros son muy cagones y sus dueños muy dejados... o a lo peor no son cacas de perro.
- En Dijon...

viernes, 18 de marzo de 2016

Tecnicismos

Desde ayer mismo, con Internet y el teléfono fijo funcionando, puedo por fin decir que mi casa "está completa". A falta de mil tonterías más que me gustaría tener o reorganizar, vaya, pero ya nada de lo que uno consideraría como parte de una vida moderna cómoda. Y al hilo un poco de la entrada de ayer, quería comentar que me llamó bastante la atención la juventud de los técnicos que han venido a casa: el de ayer del teléfono y el de antes del gas. Ya sé que yo, siendo científico, debería saber que una muestra de "dos" no es suficiente como para generalizar y decir que "muchos jóvenes trabajan de técnicos"; pero sí es verdad que viendo los dependientes de los comercios y mil cosas similares, creo que sí hay más juventud de la que veía en Madrid. Tienen la mitad de tasa de paro aquí, cierto es (a nivel de Francia, no sé en Dijon en concreto), y a lo mejor sí hay menos universitarios, menos titulitis... bueno, dicho queda. Aunque sólo sea para contradecirme cuando me relea en un futuro.

jueves, 17 de marzo de 2016

“¿Mi trabajo? Doctorando”

Una de las cosas que me ha llamado la atención en este mi nuevo destino, es que comparativamente no parece haber muchos doctorandos: a la hora del café o de comer, cuando la gente se junta en una sala común que hay para estos menesteres, se echa en falta algo más de juventud. Y a tenor del eterno Consejo de anteayer me enteré de por qué no había más: resulta que lo que nos tuvo tanto tiempo liados (me enteré al 100 % a posteriori preguntando a los demás) era decidir qué profesores podían presentar proyectos de tesis, un máximo de tres para todo el Departamento, con objeto de que optasen a ser financiados por el servicio de becas de la Universidad (optar, optaban; que después obtengan la beca no está asegurado). Y hablando del tema a partir de aquí y comentando la situación habitual en España, salió a relucir que en Francia más o menos las cosas andan igual de regular en términos de financiación de contratos predoctorales, peeeero, y ahí estaba la gran diferencia, aparentemente uno (desde hace “poco”, alguna reforma que habría aquí) no puede hacer la tesis si no está contratado como doctorando; ya sea con ayudas del Estado, de Europa o de la fundación X, pero el caso es que uno no puede hacer la tesis viviendo de sus padres, o de dar clases particulares, por poner el caso. Misterio de la escasez de doctorandos resuelto pues. Y la idea de no dejar hacer tesis más que al que esté contratado para ello… ¿otra cosa a exportar? Pues no sabría decir, pero la idea merece al menos ser considerada.

miércoles, 16 de marzo de 2016

"Consejé de Departamenté"

Dentro de mi proceso de integración en mi nuevo centro de trabajo, con lo que desde luego no contaba yo era con que, recién comenzando, me tocase ya participar en un Consejo de Departamento; pero así fue este pasado lunes. En Madrid el Consejo era sinónimo de pérdida de tiempo, de larguísimas horas echadas en votaciones eternas y escuchando la retórica rimbombante de unos y otros (los habituales); pero también era sinónimo de jugosas anécdotas, de cotilleos que se prolongaban luego por los pasillos, despachos y bares hasta el Consejo siguiente… ¿y en Dijon? Pues exactamente lo mismo, salvo que ¡ay de mí!, como no conozco ni la gente ni sus historias previas, y además me pierdo entre la multitud de acrónimos que emplean los franceses para hablar de todo, pues me tocó “disfrutar” únicamente de la pesadez del mismo. Pero sí me quedo con algo bueno: antes de que pasásemos a las diatribas interminables sobre temas administrativos, el primer punto del orden del día consistió en que los estudiantes de máster recién incorporados al Departamento para hacer sus proyectos, expusiesen las líneas generales de los mismos delante de todos, exponiéndose (que no necesariamente tiene por qué ser negativo) a los comentarios o críticas que pudieran surgir, que no fueron pocos. Y, más que eso, me pareció una buena manera de que unos y otros viesen quién y por dónde se movía en la investigación del Departamento. Cosas para pensar en exportar/importar, cuando toque…

martes, 15 de marzo de 2016

Aniversario mostacero I

Primer mes en Dijon: un mes de tiempo verdaderamente variable, con días grises, vientos, todo tipo de lluvias, tormentas, nevadas... y hasta días apacibles, soleados y templados. Primer mes en Dijon,  y se me va la cabeza a las últimas despedidas, ya en el aeropuerto. Y me hace gracia pensar que a Barajas fueron todas menos tú...

lunes, 14 de marzo de 2016

Lo mismo da un perro que un pescado...

Ha sido un fin de semana frenético de limpiar quintales de mierda, comprar, colocar y recolocar cosas… pero tanto trabajo mereció mucho la pena por el premio final: el sábado por la mañana dejé la residencia para ir a “un piso”, y esta mañana me he despertado en “mi casa”.
Encontrar alojamiento ha sido una de las cosas que más energía física y mental me ha demandado en este primer mes en Dijon, porque tenía una fecha límite: si antes del 10 de marzo no tenía alojamiento y cuenta bancaria, no podría cobrar marzo. Desde Madrid de todas maneras, el 10 de marzo parecía muy lejano, y mirando pisos por Internet parecía haber una oferta muy grande, y a precios más que razonables. Pero al llegar a Dijon la primera sorpresa fue ver que todos esos pisos… ¡estaban vacíos! Y es que según parece alquilar pisos vacíos es lo normal en Francia, pero claro, para un año que me toca estar aquí no iba a comprar todo… en fin. Para bien o para mal, el hecho de buscar un piso amueblado restringía mucho más las opciones disponibles, tanto más cuanto que la gran mayoría de los mismos los alquilan estudiantes, que lógicamente los ocuparon ya en septiembre, por lo que sólo parecían quedar en el mercado o los más asquerosos, o los más caros (ambas opciones no se excluyen mutuamente). Visto que, no me preguntéis por qué, ni uno solo de los muchos particulares con los que contacte me devolvió recado para concertar una cita, al final tuve que tirar de agencia; y después de que al querer reservar uno se lo hubieran llevado ya, me entraron las prisas y acabé quedándome con uno que no me convencía demasiado (pero ahora sí :-) ).
Primer reto, localizar un piso, superado. Pero de ahí a poder alquilarlo… para poder quedarme con el piso era imprescindible (cosas de la ley francesa) que suscribiese un seguro. Pero para poder suscribir un seguro, necesitaba tener una cuenta bancaria francesa. Pero para poder abrir una cuenta en Francia (y, por otra parte, para poder dar de alta luego la luz, el gas, el teléfono…), necesitaba primero ¡tener una dirección francesa! ¿Veis a dónde quiero llegar? Los franceses cambian en el dicho nuestra pescadilla por un perro, pero al final el proceso de morderse la cola es el mismo en todas partes. La rueda terminó por fin por romperse por el lado del seguro (aunque a costa de pagar el año de una vez, en vez de mes a mes), y a partir de ahí ya las cosas fueron relativamente bien: pude firmar el contrato de alquiler, con el que pude abrir una cuenta corriente, con lo que conseguí tener todos los papeles del contrato listos el pasado día 9, con todo un señor día de sobra sobre la fecha límite. Nah, si no sé por qué llevo un mes tan nervioso y estresado, si es que me ahogo en un vaso de agua…

viernes, 11 de marzo de 2016

"¡Cordegracias!"/"¡Cordenadas!"

¡Por fin!, tras casi un mes en Dijon, esta tarde pude dejar mis cosas en el piso al que entraré a partir de mañana. Por fin podré "desempaquetar mi vida" y comenzar a vivirla otra vez; dejar esta especie de provisionalidad permanente de la residencia. ¿Lo malo? Que durante una semana aproximadamente no tendré Internet en el piso, así que os iré contando por aquí cuando pueda. Y cuando esté todo montado, ya os lo enseñaré.

Hay una palabra que he aprendido estos días con todo el rollo del piso y de darle mis datos a unos y otros (una de tantas): coordonnées, "coordenadas"; pero en este caso con sentido de "datos de contacto". Los que sintáis la necesidad de tener mi nueva dirección, mi nuevo móvil... pedídmelo al correo sin miedo, que os enviaré las coordenadas encantado. A ver si así me localizáis en el plano y venís a verme.

jueves, 10 de marzo de 2016

Frutos insulares

Mi postdoc empieza ya a dar sus primeros frutos científicos... o bueno, relativamente científicos. Hace un par de semanas mi jefe me dio de pasada un motivo para esforzarme en torturar a la paruline hasta que cantase: "y si ves que te sale algo, igual podrías venir a presentarlo al congreso de este verano?" "¿Qué congreso?" "Ah, éste de biología insular en Azores" "¿!" Y os aseguro que me puse a ello. Por fin esta tarde conseguí entretenerlos un poco con unos cuantos análisis de PLS, y obtener el visto bueno para escribir un resumen de charla que enviar a la organización... que un viaje a gastos pagados bien merecía trabajar un poquillo.

Y ya si de verdad sale algo escribiremos un artículo luego...

martes, 8 de marzo de 2016

Alarmado y ahumado

Pocos sonidos hay más desagradables para mí que el de la alarma de los detectores de humo; aunque en fin, supongo que ése es el punto, que te enteres de que suenen... En mi vida, a mayores de simulacros de incendios en la facultad, me ha tocado vérmelas con tres situaciones en las que los cacharros se encendieron porque había realmente humo... que no fuego. Y las tres tuvieron que ver con comida que se quemaba:
- La primera, en nuestra casita de Sodra Sandby, durante mi primera estancia en Suecia. Un día a la hora del desayuno, el nigeriano puso a cocinar durante mucho rato  en el microondas algo sin darse cuenta de que estaba puesto en modo grill, con lo que lo que sea que fuese (quedó irreconocible) se quemó, hizo una humareda considerable, y hasta que se disipó el sonido de la alarma desde luego nos tuvo a todos fuera de la casa.
- La segunda fue algo más peliaguda: el sonido de la alarma, que si te pilla durmiendo yo creo que te atonta aún más y no te deja pensar con claridad en por dónde escapar, nos despertó de madrugada en un hostal de las Highlands. Los "responsables" del grupo nos pusimos algo por encima y conseguimos sacar de sus sacos, con muchas protestas, a los dos "juiciosos", y salimos los cinco al frío exterior para descubrir que todo era culpa de otros visitantes, que habían quemado unas tostadas queriendo desayunar de madrugada, los muy malditos...
- Y la tercera... acabo de vivirla en mis propias carnes, mal que me pese. Estaba preparando la comida de mañana y cuando me despisté la salsa de soja del fondo de la sartén se secó y churruscó un poco, el humo rebasó el umbral de la campana extractora, y ya la tuvimos liada: alarma sonando en todos los pasillos de la residencia,la gente empezando a salir de sus habitaciones y saliendo a la calle... y yo pensando en si bajar directamente por la ventana para ahorrarme el dar explicaciones. Bajé en cualquier caso, qué remedio, a contarle a todo el mundo que era culpa mía, que se me había quemado lo que estaba cocinando, pero que no pasaba nada; y me tocó aguantar luego sus sonrisas condescendientes, sus caras de "éste es la primera vez que sale de casa y no le hacen la comida" y sus consejos de "es que tienes que encender una cosa que hay encima del fogón"... madre mía, ¡hubiera preferido mil veces que alguien se enfadase y me echase una bronca de verdad! Entremedias la alarma dejó de sonar y volvimos adentro... pero me da miedo acostarme, pues supongo que en algún momento vendrá el responsable técnico que toque a darme una reprimenda. Qué dolor de barriga...

lunes, 7 de marzo de 2016

¡Sorpresa!

Sorpresa la que me llevé esta mañana al descorrer la cortina y toparme con este paisaje nevado: ya habían estado cayendo algunos copos sucios el domingo, pero mezclados con la lluvia y sin promesa de nada más. Ha seguido nevando durante buena parte de la mañana, pero lo que caían eran ya copos suicidas: la nieve se ha ido fundiendo a lo largo de todo el día, y al volver por la tarde a la residencia lo único que quedaba blanco ya eran los endrinos de los setos, velados de flores, y temblando asustados ante la posibilidad de que otra noche de éstas vuelva la nieve a asustar a las abejas y a comprometer sus casamientos. Dichoso invierno, ¡qué traicionero es!

domingo, 6 de marzo de 2016

¡Al rescate! (Vertebrados revisited, epílogo)

 Al hilo del rescate de ayer de la foto del acentor alpino, por darle cumplido cierre a la serie aquella de diciembre de Vertebrados revisited, me ha parecido bien sacar a la luz otras tantas fotos de aquella excursión, que por unas cosas o por otras me han tocado la fibra al volver a verlas.

 Caso por ejemplo del águila perdicera de Bonelli* Aquila fasciata con que nos desayunamos ya el primer día. Con ser (ligeramente) más abundante que el águila imperial, esta especie resulta siempre más esquiva y difícil de ver, y por ello las ocasiones de contemplarla así de bien resultan especialmente golosas. Tanto más cuanto que el ave estaba posada y no volando alta en el cielo, como se suele ver a las rapaces.

 Una panorámica desde el castillo de Benquerencia de La Serena, en lo alto de la cresta de la Sierra de Los Tiros, dejando al norte (a la izquierda) la región de los páramos, y al sur un terreno de monte cada vez más ondulado, que poco a poco va transformándose en Sierra Morena.

 El Rocío y sus aires de western, claro. Este pueblo me fascina: no es que ya no tenga nada que ver con el norte peninsular, por descontado; sino que ni siquiera parece de España...

 Foto horrible, pero que no podía dejar de poner, de algunos de los chorlitos carambolos Eudromias morinellus que vimos en las marismas de Hinojos, mi bimbo más inesperado y más disfrutado de 2015.

 Despeñaperros, donde el acentor, pero ampliando el panorama. "Despeñaperros" es una palabra que despierta en mí reflejos pavlovianos que me hacen salivar, es una palabra que encierra mil promesas: de sol y de calor. De paisajes agrestes de montes cerrados, y de marismas y playas infinitas. De un sinnúmero de especies de pájaros, y de herpetos y plantas, y mamíferos, y de todo; a cada cual más endémico, más raro, más extraordinario. Jornadas de trabajo de campo agotadoras, y jornadas de campo (sin trabajo) más agotadoras aún, pero disfrutadas unas y otras al máximo, y siempre en buena compañía. Recuerdos de lugares, especies y nombres propios que se entremezclan inextricablemente, y que me han hecho muy feliz... no sé si se me nota mucho, pero me encanta Andalucía.

Y una última imagen del salto de La Cimbarra para despedirnos ya de estas tierras, de este viaje, antes de que me emocione y me ponga aún más ñoño. ¡Qué difícil era de fotografiar bien cuando fuimos, con la parte de arriba demasiado luminosa y la de abajo en penumbra! Y ¡qué ganas tengo, de volver al sur!

* Cuando Bernis se dedicó a estandarizar los vernáculos y a poner nombre en castellano a la inmensa mayoría de aves de España que carecían de él, escogió para esta águila el de "perdicera". Si bien a las águilas "culebrera" o "pescadora" el nombre les viene como anillo al dedo, la perdicera se alimenta sobre todo de conejos, como todas las grandes águilas; y cuando éstos faltan, como cada vez es más habitual, pues de palomas, córvidos y perdices si se tercia, claro, pero tampoco es que tenga una predilección especial por la gallinácea. Y como ya bastante mala fama tienen las rapaces entre los cazadores, como para que encima se invierta en conservar una especie perdicera, pues se le ha vuelto a cambiar el nombre a "águila de Bonelli", nombre que de hecho ya se le daba en inglés o francés, y que le dio Vieillot en honor al ornitólogo italiano Franco Andrea Bonelli, que le proporcionó los ejemplares en que el francés basó su descripción de la especie (al igual que los del mosquitero papialbo Phylloscopus bonelli).

sábado, 5 de marzo de 2016

Al rescate de una foto

 Fin de semana de tiempo revuelto y actividades urbanas: esta mañana una ardilla se paseaba por el seto frente a mi ventana, y creo que ésa será mi observación naturalista más destacada de estos días; el primer mamífero francés que veo, tras la liebre que espantamos nada más tomar tierra en Lyon hace ya tres semanas. De modo que, para no dejaros huérfanos por más tiempo de imágenes de campo, rescato una imagen que, con ser mala, me resulta de lo más querida:

Es la foto de un pájaro bastante confiado sobre una piedra. Una piedra que era el borde de un acantilado, un acantilado que formaba una de las dos paredes de un estrecho desfiladero, y al pie del mismo una carretera que serpentea acoplándose a sus revueltas. La carretera es uno de los tramos desdoblados de la antigua A-4 a la altura de Despeñaperros, que es el nombre del susodicho desfiladero. Y el pajarillo de cabeza grisácea, cuerpo rojizo estriado, banda alar negra y blanca y llamativa marca amarilla en la base del pico; venido de las montañas del norte y que allí pasaba plácidamente el invierno el diciembre pasado, es un acentor alpino Prunella collaris.
Y esta foto es la prueba de que, efectivamente y como os dije en su día, esta más que bienvenida adición a mi lista de aves de 2015 estaba allí. Esta foto me permite además comunicaros mi alegría porque, gracias a Dios y a los buenos quehaceres de mi tocayo, mi cámara de fotos perdida finalmente apareció en el maletero de Álex, donde la habíamos buscado ya con ahínco; mi cámara y más fotos de ese último gran viaje de campo de 2015 que recuerdo estos días con bastante morriña. Más fotos para las próximas entradas...

jueves, 3 de marzo de 2016

Cuitas de una corneja

Ha llovido con ganas hoy a mediodía y granizado un poco, pero se ha quedado luego un atardecer soleado y relativamente templado; caprichos primaverales. Son ya mayoría los ciruelos, endrinos y similares que se visten de blanco, y los setos que se visten de verde; y a los pájaros les están empezando a entrar las prisas. Me lo recuerda una corneja con la que coincido por las mañanas mientras desayuno mirando por la ventana (esta vez soy yo el que observa): la susodicha llega, se posa en un ¿manzano? que asoma por detrás de los avellanos, y empieza a intentar llevarse alguna rama para el nido que estará montando no sé dónde. El pico de las cornejas es terriblemente versátil, pero siendo tan recto y liso, si para algo no parece especialmente útil es para tirar de una rama e intentar romperla, y la pobre prueba con una, con otra y con otra más, normalmente sin resultado; nada que ver con la eficiencia de las cotorras argentinas, por ejemplo. Y me preguntaba yo, al ver su cara de angustia (se le ve), de que llega la hora y no tiene el nido hecho, me preguntaba que por qué no se contentaría con coger palitroques del suelo, que por qué esa obsesión por las ramas vivas, elásticas y fuertes, y tan difíciles de romper. Y supongo que yo mismo me respondo: siendo vivas, elásticas y fuertes, le darán más resistencia al nido que los palos muertos, medio podridos y quebradizos. Pero ¡qué lastima verla sudar, cada mañana...!

miércoles, 2 de marzo de 2016

¡Cu-cú!

Bien sabido es que no cantan "cu-cú", las ranas, sino "brekekekex koax koax"; y que tampoco cantan debajo del agua, sino asomando contentas sus cabezas. Pero cantan, es un hecho: empiezan a cantar ahora que descuella la primavera, a pesar de estos últimos ramalazos de un invierno que se resiste a morir. Y ya que, cantarinas, se empeñan en recordarnos que están ahí, ¿por qué no dedicarles mi artículo de marzo en EMNMM?


martes, 1 de marzo de 2016

Panzadas colosales

Ved el vídeo antes de leer nada más o hacer cualquier otra cosa. Ya merece la pena sólo por ver las "bandadas" de mantas evolucionando en círculos como cigüeñas en una térmica, como si volasen bajo el mar... hasta que, claro, de repente empiezan a volar.